El saludo del Gatopardo

Las películas que más me han llamado la atención han sido siempre las que contaban con una dimensión estética importante. Las buenas películas siempre la tienen. Ahí está el mundo engominado y con olor a colonia de El Padrino, los desvaríos barroquizantes de Kane en Xanadú, la decadencia raída y soleada de Norma Desmond o el grunge tecnotrónico de Blade Runner. Si me centro en estos elementos, es porque son un componente imprescindible de la labor última del cineasta, que es la creación de un mundo. Y es que Bogart no sería el mismo si fuera en pantalón corto, ni el Drácula de Coppola resultaría tan fascinante si el director se hubiese abstenido de comprimir en una sola película todo el espíritu del arte simbolista finisecular (esto merecerá un post algún día). Tampoco Vértigo habría podido poner en escena sus fantasmas poliédricos sin los trajes y peinados de Kim Novak, ni Almodóvar recrear el mundo artificioso de Mujeres… con colores pastel.

El nombre del blog procede del archiconocido filme de Visconti, que conocía la importancia de una buena dirección artística. Cuentan que en sus rodajes cada detalle contaba de modo esencial. Si aparecían unas toallas de hilo en un armario entreabierto al fondo, las toallas tenían que ser auténticas, del mismo hilo que emplearían los personajes. Su cine es un ejemplo de cómo, en un filme, la calidad de la trama no es más importante que la fuerza visual. De ahí el homenaje.

Por último, aviso que romperé más de una lanza a favor de películas que no todos los críticos defienden. Y es que, por muchos errores de ritmo y estructura que pudiera tener Maria Antonieta, las Converse que aparecen entre los zapatos de la reina son mucho más elocuentes que todos los diálogos, y contienen más genialidad que muchos guiones nominados al Oscar. Al final de la escapada no será una película narrada comme il faut, pero la fuerza estética de Jean Paul Belmondo y Jean Seberg está a la altura de lo mejor de la fotografía de moda del siglo XX. Y Barbarella será un bodrio de erotismo cutre, pero si la mitad de los videoclips de los setenta en adelante se inspiran en ella, por algo será.

En resumen: nos centraremos en cine contemporáneo, en estrenos de todos los ámbitos y, de vez en cuando, en viejas joyas (también bisutería). Buscaremos un nuevo enfoque para lo que vemos en las películas. Y, sobre todo, disfrutaremos del mayor de los milagros producidos por el cine: la capacidad de maravillar y estremecer con la belleza indiscutible que posee la imagen.