Ave Goldsmith

Intermezzo rinde en este artículo un sentido homenaje a uno de los mejores compositores de la historia del cine. Ayer, 10 de febrero, habría cumplido 80 años. Recordamos con este ensayo su valiosísimo legado para el cine americano y os ofrecemos las claves y anécdotas de un gran virtuoso y una inolvidable persona. Os invitamos a que recordéis algunas de las sintonías que han marcado nuestra vida como cinéfilos. 

Si le hacemos la pregunta a un aficionado sobre quién cree que es el mejor compositor de cine, probablemente obtendremos nombres como Alfred Newman, Max Steiner, Ennio Morricone, Dimitri Tiomkin y sobre todo, John Williams. Seguramente,éste es el creador de los más épicos y recordados temas del cine actual. Sin embargo, al referirnos a quién es el artífice de las mejores partituras del cine probablemente la gran mayoría lo tengamos claro: Jerry Goldsmith. 

Jerry nació en Los Ángeles (California) el 10 de febrero de 1929. Hijo de un artista y una ingeniera, empezó a tocar el piano a la edad de seis años. Tras cursar estudios de composición se matriculó en la Universidad del Sur de California donde aprendió de nada menos que del magnífico Miklós Rózsa (ganador de 3 Oscar por Recuerda, Doble vida y Ben-hur). Sus tímidos inicios en la radio y la televisión le catapultaron rápido al altar del celuloide en donde llegó a trabajar con los mejores directores. Entre ellos, Robert Wise (Star Trek: la película), Howard Hawks (Rio Lobo), Otto Preminger (In harm’s way), Roman Polanski (Chinatown), Steven Spielberg (Poltergeist) y sobre todo, Franklin Schaffner (El planeta de los simios, Patton, Papillon). 
Su estilo combinaba varias influencias siendo su versatilidad y pragmatismo sus grandes virtudes. Su aproximación a las imágenes a través de la música no era banal sino trabajada y siempre nos ofrecía una perspectiva interesante y a la vez hermosa. No era un compositor de grandes fanfarrias y pese a ello, muchas de ellas serán siempre invocadas. Por el contrario, Goldsmith prestaba una atención innata por el conjunto, por la partitura, en definitiva, por las películas. 
Su primer score fue en 1957 para un denostado western titulado Black Patch. No tardaría mucho en subir a lo más alto ya que en 1962 obtendría ya su primera nominación al Oscar por Freud. Así comenzaba una meteórica carrera de premios y, sobre todo, fascinantes partituras durante los años sesenta: Un retazo de azul (1965), Las águilas azules (1966) o El Yangtsé en llamas (1966). En 1968 dejó boquiabierto a Hollywood por su atípico score para El planeta de los simios, un torrente de inteligencia y experimentación con el que obtenía su cuarta nominación al Oscar. 
Así, Goldsmith encaraba los setenta consagrado como uno de los grandes compositores de Hollywood. De esta suerte, los mejores proyectos empezaban a lloverle. Los setenta fueron la época dorada de este maestro y en el que compuso probablemente sus más recordadas partituras. Patton (1970), Papillon (1973) Chinatown (1974) o El viento y el león (1975) nos lo devolvieron al gran sinfonismo. Todas ellas imprescindibles para cualquier cinéfilo. Sin embargo, serían otros dos trabajos en esos años los que le encumbrarían de por vida: La profecía (1976) y Star Trek: la película (1979).  
La profecía, una de las películas más terroríficas de la historia del cine, no sería lo mismo sin la música de Goldsmith. Lírica y diabólica al mismo tiempo es para el que escribe probablemente una de las mejores partituras del cine. Un canto al horror que eleva la profundidad del filme hasta niveles insostenibles. Tan espléndida fábula de mal convertida en música, fue recompensada por la Academia con el Oscar a la mejor partitura en un año en el que competía con grandes y bellísimas propuestas de Bernard Hermann, Lalo Schifrin y Jerry Fielding. Fue también nominado al premio a la mejor canción, curiosamente, no por la única canción de la película, In the piper dreams, interpretada por su mujer Carol Goldsmith, sino por el tema central de la partitura, Ave Satani, una estremecedora misa negra cantada en latín que servía como adoración satánica. Inolvidable.

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Su otro gran éxito, y para muchos, su mejor composición, fue Star Trek: la película. En ella crea un fascinante universo melódico y evocador que se convirtió en un clásico desde sus primeros días. Temas como el Ilia’s Theme o los Main Titles quedan grabados imborrablemente en nuestro recuerdo. A lo John Williams con su Star Wars, también compondría con acierto algunas de las posteriores entregas: Next generation (1987), Final Frontier (1989), Voyager (1995) y First Contact (1996). 

Los ochenta y noventa le llenaron de inspiración para filmes de acción y fantasía en particular. Una de las mejores es precisamente su partitura para Legend  (1985), que fue rechazada por Ridley Scott en el último momento para sustituirlo por canciones de Tangerine Dream. De esta forma,mientras en Europa escuchábamos a Goldsmith, en EEUU escuchaban pop en la película. Un erróneo movimiento, que no hizo más que elevar la popularidad de este score que es ya todo un clásico. Bajo el fuego (1983), Hoosiers. más que ídolos (1986), Instinto básico (1992) o L.A. Confidential (1997) son varios de sus mejores esfuerzos en este tiempo. 
Su prolífica inspiración también se plasmó en la animación. Compuso dos soberbias partituras: Nihm, el mundo secreto de la señora Bisby (1982) y Mulan (1998). Nihm es una magistral partitura llena de color y ternura. Mulan, su primera aportación al cine Disney, merece una especial atención. La Disney, cansada de las críticas al musical, buscó un compositor para una partitura instrumental más melódica. Se contrató a Rachel Portman, quien recientemente le había quitado el Oscar a Menken por Emma. Pero ésta al quedarse embarazada declinó el proyecto que acabó afortunadamente en Jerry Goldsmith. Pues bien, la fuerza musical, el exotismo y la emotividad del score de Mulan la convierten para el que escribe en la mejor partitura de una película de animación contemporánea (o de toda la historia si se quiere). No hay duda alguna. Fue además su última candidatura al Oscar. El CD promocional para la Academia de Mulan  (y no la banda sonora que sólo contenía apenas unas pistas) es hoy una pieza de coleccionista.

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En definitiva, un extraordinario viaje por uno de los compositores más enriquecedores y grandiosos del cine. La Academia le reconoció muchas de sus composiciones pero no lo suficiente. Pese a tener 18 nominaciones al Oscar, sólo se llevó uno por La profecía, lo que le convierte en uno de los mayores perdedores de estos premios. Siempre consideró a La isla del adiós (1976) como su mejor obra, pese a que apenas recibió reconocimiento por ella. Además de gran músico, fue una excelente persona. Tuvo cuatro hijos de los cuales su hijo mayor, Joel es también compositor de cine. Como curiosidad decir que su hija Carrie salió en el instituto con otro de los renombrados compositores de la actualidad, James Horner. Murió a la edad de 75 años el 21 de julio de 2004 consecuencia de un cáncer de colon. Los fans recordamos a Goldsmith como ese compositor de carácter, con un aire a Dustin Hoffman, lleno de perspicacia y gran sentido del humor. Pero sobre todo, por enseñarnos a amar la música y el cine, y todo ello junto. Siempre tendrá un lugar entre los mejores. Ahora os dejo con el momento más emotivo, cuando gana el Oscar por La profecía.

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Ave Goldsmith!