Goyatlón 2017: Mejores efectos especiales

El repaso a las categorías que componen estos Goya 2017 nos lleva a la siempre llamativa categoría de efectos especiales. Dado que el cine español no se presta a grandes superproducciones en la que el CGI y cualquier otra técnica de efectos especiales sean las protagonistas, no veremos en esta categoría la presencia de títulos que no pensaríamos ver en otras categorías. Es decir, en el caso de los Oscar no se espera ver a Rogue One: una historia de Star Wars nominada en las categorías principales, pero si en las técnicas. En el caso de los Goya, esta diferenciación no está tan clara y, más que a menudo, vemos elecciones un tanto atípicas.


Carlos Lozano y Pau costa por 1898. Los últimos de Filipinas

En primer lugar tenemos la cinta dirigida por el director novel Salvador Calvo y que fue el último gran estreno del cine español en 2016. Una película que contaba con un presupuesto de 6 millones de euros, cantidad que dentro del panorama cinematográfico español vemos poco por lo elevada de la misma, y que se ha colado en los Premios Goya con unas admirables 9 nominaciones. Una de las más claras, sin duda, era esta en la que Carlos Lozano (3 nominaciones, 0 premios) y el doblemente nominado Pau Costa (12 nominaciones, 5 premios) compiten por llevarse el premio a los Mejores Efectos Especiales. Esta cinta histórica encuentra sus mejores armas para llevarse la estatuilla en los efectos especiales físicos que son parte fundamental de la película al darle una sensación de realismo evidente. Explosiones, disparos, bombardeos… sentir que el fuego cruzado es real es parte fundamental de la recreación histórica de la película. Y lo consigue. Además, el trabajo por ordenador también resulta creíble precisamente por no sobresalir, por conseguir convertir una aldea creada de cero en Canarias en un poblado de finales del siglo XIX con todo tipo de retoques digitales también es meritorio. Trabajo minucioso y conseguido que bien merece la nominación.


David Heras y Raúl Romanillos por Gernika

El siguiente caso que nos ocupa es el de Gernika que, como es obvio, recrea el bombardeo que los alemanes llevaron a cabo sobre esta población vasca. David Heras (3 nominaciones, 0 premios) y Raúl Romanillos (17 nominaciones, 6 premios) son la cabeza visible del equipo de efectos especiales de una cinta que cuenta con unas características muy similares a las de la anterior candidata pero quizá lo intenta en una mayor escala. Obviamente son los 20 minutos finales, donde vivimos un bombardeo constante, en los que el equipo de efectos especiales de la película tiene ocasión de lucirse y demostrar el porqué de su nominación. Una vez más los efectos especiales físicos cobran una importancia crítica. El reto de la película consiste en intentar sumergir al espectador en el horror del bombardeo, en el pánico de un avión sobrevolando una población. Y eso no se consigue si el espectador no percibe como reales el humo, el fuego, el calor y la pólvora. Y la cinta lo consigue de manera meritoria apoyándose en postroducción en un buen trabajo de los efectos especiales digitales, que dan vida y profundidad a cada disparo y explosión. Otra nominación más que merecida pero que no pasará de ahí.


Eduardo Díaz y Reyes Abades por Julieta

Nos encontramos aquí ante la gran incógnita de esta categoría pues aunque Julieta cuenta con otros apartados sobresalientes, su presencia en la categoría de Mejores efectos especiales no deja de resultar curiosa. Eduardo Díaz (3 nominaciones, 1 premio) y Reyes Abades (40 nominaciones, 9 premios) dan los toques extra que la cinta de Almodóvar exigía pero que no parecen justificar una nominación como esta. El tratamiento de efectos especiales es el que podríamos esperar de cualquier película dramática y apenas un par de escenas (el ciervo, el tren) evidencian el uso de recursos más allá de la media. Los efectos visuales en este caso salvo por esas escenas no aportan profundidad a la película ni participan del desarrollo de la historia, no es ahí donde reside el poder de Julieta. Una nominación que sirve para aumentar el número total de posibilidades de la cinta de Almodóvar pero que en ningún caso opta verdaderamente a la estatuilla.


Félix Bergés y Pau Costa por Un monstruo viene a verme

La pareja compuesta por Félix Bergés (15 nominaciuones, 7 premios) y Pau Costa (12 nominaciones, 5 premios) ya se llevaron la estatuilla en su colaboración por Lo Imposible y, salvo sorpresa mayúscula, deberían sumar un premio Goya a su ya extensa colección. Todavía no está clara la suerte que correrá la cinta de Bayona en la gala, recordemos que el gran premio se le ha escapado ya en varias ocasiones, pero lo que es indudable es que en las categorías técnicas su película no debería conocer rival. Los efectos especiales, al contrario que Gernika o 1898. Los últimos de filipinas, se apoyan de manera clara en el CGI y en la captura de movimiento. La recreación de ese monstruo sin nombre que nos recuerda el título de la película es absolutamente apabullante. Un monstruo con forma de árbol que cobra vida de forma espléndida, que interacciona con el entorno y que, en última instancia, emociona como cualquier personaje de carne y hueso de la cinta. Y no solo él, también la aplicación de los efectos al espacio es inmaculada. A este respecto, la escena del cementerio supone un hito dentro del cine español, como ya lo había sido la recreación del tsunami de Lo imposible. Un Goya que ya cuenta con ganadores.

Ganará: Félix Bergés y Pau Costa por Un monstruo viene a verme
Debería ganar: Félix Bergés y Pau Costa por Un monstruo viene a verme
Molaría que ganara: David Heras y Raúl Romanillos por Gernika