Oscatlón 2016: Mejor montaje

La de montaje este año parece la categoría destinada a los noveles. Todos (salvo Stephen Mirrione) son nuevos en esto de ser candidato a un Oscar. Nervios en el patio de butacas para una categoría que, pese a ser menos popular entre el gran público, premia uno de los apartados más importantes de la cadena cinematográfica. Es el último estadio de la película antes de la distribución. Ese en el que se decide qué se entra y qué no, como se cuenta esa historia rodada durante meses. En la sala de montaje es donde realmente se hace una película. Este año entre los nominados se encuentran dos títulos donde la acción requirió de virtuosismo a la hora de ensamblar las escenas y tres en las que la historia exige saber cuándo es el momento justo de proporcionar la información al espectador.

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Margaret Sixel por Mad Max: Furia en la carretera

La candidatura de Margaret Sixel (primera nominación) tiene especial mérito sabiendo que sus únicos dos trabajos anteriores fueron Babe, el cerdito valiente y Happy Feet, rompiendo el hielo. Con un currículum así más un par de documentales (uno de ellos para la televisión) y dos cortos, sobre sus hombros cayó la responsabilidad de montar una de las películas que más premios y buenas críticas recogió el pasado año contra todo pronóstico. Mad Max no deja de cosechar premios y parte de su éxito reside en la maestría de Sixel para montar esas escena de acción pura y dura donde las persecuciones a través del desierto son las protagonistas. Adrenalina y velocidad que saltan de la pantalla a la butaca merced a un montaje que alterna con mano izquierda la acción con los escasos momentos de tranquilidad que ofrece la historia, como dejando que el espectador coja aire para la siguiente escena.

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Hank Corwin por La gran apuesta

Aunque es un novato en esto de las nominaciones, Hank Corwin (primera nominación) no es un recién llegado a la sala de montaje. Desde que debutase con Asesinos natos allá por 1994 de la mano de Oliver Stone, se ha convertido en el montador de cabecera de Robert Redford, con el que ha trabajado en El hombre que susurraba a los caballos y la Leyenda de Bagger Vance. Eso por no mencionar que un director tan especial como Terrence Malick contó con él para El árbol de la vida. En La gran apuesta la complejidad residía en la narración de múltiples historias que se entrelazan en el hilo argumental sin llegarse a cruzar físicamente en ningún momento. Arranca con el personaje de Ryan Gosling y su speech introductorio para dar un salto atrás en el tiempo en busca de las historias de Christian Bale, Steve Carell, Brad Pitt y el propio Gosling. La narración es cronológica, pero saltando de una a otra e introduciendo varios apartes explicativos para que el espectador no pierda el hilo de un tema tan complicado como el que trata, cómo se gestó la crisis y un pequeño grupo de cabezas pensantes lo vieron venir y sacaron provecho de ello. La trama transcurre de forma cronológica, sin más salto temporal que el que da inicio a la película, pero cada historia en su propia línea temporal.

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Tom McArdle por Spotlight

En la sala de montaje es donde se decide el orden de la narración, algo tremendamente importante en Spotlight, donde la información del caso le va llegando al espectador al mismo tiempo que a los periodistas que investigan en la pantalla. Contada de otra forma no habría sido ni tan impactante ni habría logrado la cantidad de buenas críticas cosechadas hasta la fecha. Gran parte del éxito de Spotlight reside en su montaje, del cual es responsable Tom McArdle (primera nominación), un habitual de Tom McCarthy que pese a haber obtenido con la que para muchos es, no sin razón, la película del año, su primera candidatura al Oscar, cuenta con una larga y prolífica carrera que comenzó en 1992. El ritmo del que se impregna a Spotlight conjuga a la perfección con lo que fue la investigación periodística de este caso, un ir puerta por puerta en busca de información, conversaciones, llamadas de teléfono… Un ejercicio de tenacidad y constancia.

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Stephen Mirrione por El renacido

Stephen Mirrione (tres nominaciones, 1 Oscar), veterano de la categoría, merece estar entre los mejores del año entre otras muchas razones porque su trabajo no ha sido precisamente fácil, aunque ya sabía lo que era trabajar con un director como Alejandro González de Iñárritu, con el que colabora desde que el mexicano dio el salto a Hollywood con 21 gramos. Sabe de sus obsesiones, de su estilo y eso se nota en El renacido, donde los planos abiertos y aéreos para mostrar la inmensidad de la naturaleza y su crudeza se alternan con los primerísimos planos del sufrimiento de DiCaprio y el resto del elenco. Encontrar el equilibrio no es fácil y, aunque se nota la mano de Iñárritu en todo momento, Mirrione lo consigue. Aunque sea en plano secuencia, la escena del ataque/pelea con el oso que tanto ha dado de qué hablar merece una mención especial. Precisamente haberla hecho sin cortes la hace aún más angustiosa.

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Maryann Brandon  y  Mary Jo Markey por Star Wars: El despertar de la fuerza

J. J. Abrams no trabaja (casi nunca) sin ellas en la sala de montaje y eso se nota en el resultado. Hasta para sus series ha contado con ellas. La calidad del montaje, nada fácil, de Star Wars se deja notar desde la primera escena, esa batalla en la que el espectador es introducido de nuevo en ese mundo de aventuras espaciales en el que entran en escena tres personajes clave: Poe, Finn y Kylo Ren. Las escenas de acción son, simplemente, sublimes en manos de Maryann Brandon (primera nominación) y Mary Jo Markey (primera nominación). Especial mención merecen las entradas triunfales de los viejos conocidos de la saga como Han Solo, Leia y Luke Skywalker. La de montaje, y aunque las rivales son fuertes, debería ser una de las categorías en la que el Episodio VII debería salir victorioso.

Ganará: Mad Max: Furia en la carretera
Debería ganar: Star Wars: El despertar de la Fuerza
Molaría que ganara: Spotlight