Oscatlón 2018: Mejor actriz de reparto

De las cuatro nominaciones que acumula el título revelación de Netflix del año, Mudbound, dos han ido a parar a las manos de la cantante y actriz Mary J. Blidge, esta primera por su papel como Florence Jackson, y otra más por su trabajo en la banda sonora original de la película. Con 14 discos en el mercado (su album debut salió a la venta el verano de 1992), y tal solo cuatro apariciones en películas durante los últimos diez años, Mary J. Bligde cuenta con una carrera mucho más abultada como cantante que como actriz, la cual le ha reportado un total de nueve premios Grammy. En la gran pantalla, Blidge ha encontrado en Mudbound su primera gran oportunidad, donde interpreta a Florence Jackson, una mujer que tendrá que lidiar con el regreso de su marido de la Segunda Guerra Mundial y el racismo instalado en la población rural de Mississippi. Una interpretación en la que Blidge parece descargar todo su potencial emocional y abre un nuevo abanico de posibilidades para la que hasta ahora, a pesar de ser considerada una de las reinas del hip-hop y el soul americano, no parecía tener grandes aspiraciones en el mundo de la interpretación. En cualquier caso, y por el momento, tendrá que conformarse con haber conseguido la única nominación en una categoría de interpretación para Mudbound, puesto que está realmente lejos de encontrarse entre las favoritas a llevarse el premio final.
Alan Dameron

Aunque Allison Janney no comenzase su carrera en el cine y la televisión hasta bien pasados sus 30 años, su currículum incluye más de cien títulos, aunque rara vez en un papel protagonista. Sí, podríamos afirmar sin dudarlo que Allison Janney es el perfecto ejemplo de una actriz de reparto. A finales de los noventa pudimos verla en cintas clave como La tormenta de hielo, de Ang Lee o Primary Colors, de Mike Nichols, pero muchos empezamos a fijarnos en ella como aquella madre catatónica en American Beauty. Con la llegada del nuevo milenio le llegó el reconocimiento con la serie El ala oeste de la Casa Blanca. Su C.J. Cregg, la jefa de prensa del gabinete del Presidente Bartlett le brindó un buen puñado de Emmys, logrando la hazaña de pasar de ser galardonada como actriz de reparto durante las dos primeras temporadas a ser premiada como protagonista en la tercera y en la quinta. Pero en cine siguen resisitiéndosele los roles protagonistas. Aunque poca falta le hacen. Su aparición en títulos como Juno, Hairspray o Criadas y señoras lograron que pudiéramos reconocerla sin problemas y disfrutar de su buen hacer. Pero parece que finalmente los Oscars se han rendido a su talento al dar vida a LaVona Golden, la retorcida y castradora madre de la patinadora Tonya Harding en Yo, Tonya. Aunque su participación se reduce principalmente a la primera mitad del film y una brutal secuencia al final, cada escena en la que Janney escupe sus palabras cargadas de amargura entre calada y calada de su cigarro es un regalo para el espectador. Ha ganado todos los premios importantes de la carrera hasta ahora y es la favorita indiscutible. El Oscar es suyo.
Samuel Pérez

Una de las sorpresas de la categoría es la británica Lesley Manville, curtida desde hace más de cuarenta años en el teatro y la televisión y a la que últimamente hemos visto en películas tan dispares como Viajo sola o Maléfica. Quizá por el estreno tardío de El hilo invisible, que los académicos no pudieron ver hasta finales de noviembre, la película de Paul Thomas Anderson ha tenido una carrera silenciosa, y cuando ha hecho ruido ha sido a causa del anuncio de la retirada de Daniel Day-Lewis… Hasta ahora. Manville, que interpreta a la hermana del sastre Reynolds Woodcock, ha colaborado con Mike Leigh en títulos como Mr. Turner, El secreto de Vera Drake o Another Year, la cinta que terminó de ponerla en el mapa con su primera nominación al Bafta en 2010. Gracias a su personaje en El hilo invisible, “uno de esos que no te piensas si aceptas o no”, opta por primera vez al Oscar. Gane o no el 4 de marzo, esperamos verla más a menudo por aquí.
Bernardo Pajares

Laurie Metcalf es la principal rival de Allison Janney en esta competición. Suyos fueron los premios de varias asociaciones de críticos y ha sido la actriz más nominada de la temporada. Su papel como madre de Saoirse Ronan en Lady Bird roza lo brillante, desde esa impactante escena inicial. Metcalf compone un personaje robusto y contradictorio, perfecto espejo de su hija, con una convicción y naturalidad irreprochables. Ha sido una oportunidad de oro para Metcalf, que hasta ahora había desarrollado casi toda su carrera en la televisión y que conoció su mejor momento a principios de los noventa con su personaje en Roseanne con el que llegó a ganar tres Emmys. Compañera de clase en la Universidad de Illinois de John Malkovich, Glenne Headly y Joan Allen, en los últimos años se ha prodigado en Broadway, donde ha competido cuatro veces por el Tony, que obtuvo con Casa de muñecas, parte 2 ese mismo 2017.
Fernando de Luis-Orueta

La carrera imparable de La forma del agua con lleva también que viejas conocidas de esta categoría vuelvan a la carrera de premios. Octavia Spencer, como suele ocurrir en todos sus papeles secundarios, se convierte también, en esta deliciosa fábula del mejicano Guillermo del Toro, en toda una robaescenas que le ha brindado su tercera nominación al Oscar en siete años. En la película, interpreta a Zelda, una limpiadora del bunker donde transcurre la historia y que supone un pilar central para la historia de amor entre los dos protagonistas. Con ciertos parecidos a trabajos anteriores, es significativo que este año también sean la ternura, cercanía y verdad de su interpretación las verdaderas bazas de una nominación que, a priori, tenga muy pocas posibilidades de convertirse en estatuilla ante la fulgurante trayectoria en la carrera de premios de Allison Janney. En cualquier caso, Spencer ha demostrado con creces (y ya ya ha sido reconocida por ello), que su arrebatador talento para los personajes de reparto es caballo ganador allá donde aparece.
Pablo López