OSCATLÓN 2011: Película del año

En la primera edición de los premios Oscar en la que se aplica la norma de que el número final de nominadas puede oscilar entre cinco y diez, nueve han sido las elegidas para concurrir por la preciada estatuilla. Grandes promesas de la carrera y agradables sorpresas que han conseguido nominación en el último minuto se dan la mano en la categoria madre de esta gala, en la que concurren nueve títulos con mucha calidad de este año, firmados por grandes maestros y novatos con mucho talento, entre toda esta mezcla de factores, la noche se debate entre continuar con la meteórica carrera de The Artist o dar la campanada con la elección de cualquiera de los otros ocho títulos, ¿qué nos deparará la madrugada del domingo?

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The Artist

Fernando de Luis-Orueta
A estas alturas de la película, en la que cada vez tenemos más cerca el letrero de “Fin”, The Artist ya está arropada con la maquinaria de la favorita. Sin embargo, la gran película de de este año es en realidad un humilde producción francesa que durante muchos años permaneció clasificada como el proyecto de un chalado. Cuando el proyecto de Michel Hazanavicious por fin se hizo celuloide el escepticismo no puedo por menos que tornar en emoción. Puede que The Artist no sea la cinta más ambiciosa de este año ni la más compleja ni la más profunda, pero lo que desde luego es la más emotiva y emocionante, cualidades estas que misteriosamente no gozan del prestigio que debieran. The Artist es un homenaje al cine, como tantas veces se ha dicho, pero también a la vida y al amor, a la felicidad y la afirmación personal, a los sueños conseguidos y a los objetivos inalcanzables. The Artist es, en fin, un delicioso destilado de la vida misma.

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Los descendientes

María Pérez
Aun siendo la película más pequeña de entre las nueve nominadas, Payne nos obliga a emprender junto a George Clooney un viaje emocional a la altura de las entrañas en el que descubrir las cosas que realmente importan y que nos engrandecen. No es una película de sentimientos enaltecidos, ni odios viscerales, ni reacciones virulentas, sino que en ella las emociones tienen la medida del hombre normal, unas emociones cuyo tamaño realmente no es relevante y a cuya raíz nos arrastra para descubrir su profundidad, su valor y su fortaleza. Al hilo de grandes clásicos del cine como Capra o Lubitsch, Payne recupera con Los descendientes ese cine de héroes cuya grandeza no se mide por sus gestas sino por su relación , ese modo de contar las cosas que adorna la tragedia con lunares de humor y la nutre de detalles reconocibles e identificables por todos. Probablemente los Oscar no se bajen a premiar una película como esta, pero sería una agradable sorpresa.

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Criadas y señoras

F. de L.
El éxito de Criadas y señoras es análogo al de la Coca-Cola. Su agradable sabor y su fácil consumo responden a una receta, que más o menos podemos intuir: una dirección limpia y sin sobresaltos, un guión bien sazonado, unas interpretaciones impecables, un montaje con buen ritmo… Ahora, de la misma manera que nadie conoce la fórmula del refresco, tampoco nadie posee la de la película amable, emotiva, agradable de ver y que deja cierto regusto a cine bien hecho. A sensu contrario, el problema de Criadas y señoras es su falta de originalidad. Todo lo que ocurre en la pantalla lo hemos visto ya muchas veces y desde diferentes perspectivas. La cinta de Tate Taylor no aporta nada nuevo sino que simplemente explota lugares ya conocidos. En 2011 un Oscar a la mejor película requiere más que eso.

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La invención de Hugo

Rubén Miguélez
Hace sólo cinco años que Martin Scorsese triunfó en los Oscar con Infiltrados, coronándose como mejor director del año (tras cinco intentos anteriores en esta misma categoría). Este año afronta su primera nominación como productor, aspirando junto con Graham King a llevarse el premio gordo de la noche. La invención de Hugo nos relata la historia de Hugo Cabret, un joven huérfano que vive escondido entre los complejos mecanismos de los relojes de una estación de tren parisina de los años treinta y que se verá envuelto en un apasionante misterio relacionado con un autómata que construyó su padre. Estamos ante un proyecto personal de Scorsese, que afrontó con la intención de adaptar un cuento infantil a la gran pantalla plasmando sus conocimientos y experiencia sobre el mundo del séptimo arte, mezclando un tono de añoranza y devoción por el cine clásico pero, a la vez, dotando su película de una modernísima factura técnica en tres dimensiones. Scorsese nos regala un relato sobre la historia del cine cargado de imaginación y llevado a cabo de forma casi impecable, errando únicamente en algunos momentos en los que roza la sobredosis de información, cayendo en la reiteración y pecando de una narración ligeramente pesada. Pequeños errores que no pueden desprestigiar el conjunto de una película sobresaliente. No parte como favorita al premio, pero no podemos perderla de vista porque sí es una de las candidatas más fuertes ante una posible sorpresa final.

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Midnight in Paris

Carlos Primo
El planteamiento de Midnight in Paris es tan sencillo y a la vez tan audaz que, a primeravista, resulta chocante: un homenaje nostálgico a la época más legendaria de la ciudad (con perdón de Nueva York) más cinematográfica del mundo. En su película más reciente, Woody Allen se ha atrevido a hacer lo que sólo un director como él puede permitirse, y ha dejado que la imaginación tome las riendas de una historia aparentemente fantástica. De un modo fluido, ligero, ocurrente, la película da paso a temas tan complejos como el paso del tiempo, las trampas de la memoria, el poder de la nostalgia o la fascinación que sugieren los paraísos perdidos. Aunque envueltas en una atmósfera colorista y casi publicitaria, lo cierto es que estas reflexiones aportan a Midnight in Paris una profundidad de la que carecen varias de sus competidoras. Si a eso le añadimos unas buenas interpretaciones, una magnífica labor de creación visual, una estupenda acogida por parte del público y unos diálogos brillantes que recuperan (¡por fin!) varios de los tics más notables del director, el resultado es, sin duda, una de las películas del año.

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Moneyball: Rompiendo las reglas

M. P.
Aunque sea complicado entender el éxito de las películas sobre deportes en EEUU, sobre todo en un país en el que más allá de La saeta rubia no se ha hecho nada parecido, la verdad es que el deporte como metáfora de la vida y los estadios como ciudades en las que se dan todo tipo de relaciones y reacciones humanas funciona a la perfección en esta maquinaria inteligentemente engranada que es Moneyball. La búsqueda del éxito deportivo es la excusa idónea para reflexionar sobre las decisiones, el riesgo y el fracaso, y los sueños. A pesar de lo profuso que puede resultar el terreno de la estadística deportiva y las reglas del béisbol, bajado a un nivel más real y lejos de la mitomanía que suele rodear estos deportes, Moneyball es una lúcida aportación al género de las películas deportivas que podría equipararse a lo que supuso Network en el de las de televisión.

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Tan fuerte, tan cerca

Pablo López
No sabemos muy bien si ha sido gracias al nombre como director de Stephen Daldry, o por las influencias como productor de Scott Rudin, pero el hecho es que la última película del inglés ha vuelto a conseguirlo: entrar en el apartado de mejor película cuando se la daba prácticamente por perdida en la carrera a los Oscar. Tan fuerte, tan cerca es la confirmación (una vez más), de la valía de Daldry como director de pequeñas grandes historias con un peso subyacente muy grande. En esta ocasión nada más y nada menos que el 11-S desde los ojos de un niño en busca de la memoria de su padre. Una ocasión perfecta para firmar una cinta que apunta directamente a la memoria colectiva, al sentimiento generalizado de un país tocado desde entonces por la inseguridad y que reclama abiertamente la necesidad de asumir la catástrofe para poder seguir adelante. Tan fuerte, tan cerca es el canto optimista ante la tragedia, la luz al final del túnel estigmático de los atentados y una estupenda ocasión para tocar conciencias colectivas y seguir adelante. Muy probablemente no se alce con el premio, pero sin duda alguna, la nominación la coloca donde merece, en lo más alto de este año.

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El árbol de la vida

P. L.
Terrence Malick no tiene proyectos pequeños. Partiendo de esta base, estamos ante la película más ambiciosa de su corta aunque exitosa carrera, una propuesta que abarca nada menos que el inicio y el desarrollo de la vida en la Tierra a través de las vivencias de una familia americana. Esta opus magnum del director más esquivo de la industria ha ganado por meritos propios su presencia en los premios: belleza, sensibilidad, delicadeza, poesía, deleite para los sentidos… muchas son las características que sobresalen de El árbol de la vida, pero muchas más son las que esconde en subtextos, en mensajes subyacentes, y en una abierta moralina pro católica de la que hace gala la película. Con sus más, y sus menos, esta película está por encima del rasero normal por el que medir los trabajos, esta película trata temas capitales de una forma muy poco apta para todos los públicos, ese misterio críptico es lo que le va a hacer perder el Oscar. Pero es también lo que la hace, sin duda alguna, una de las mejores películas del año.

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War Horse (Caballo de batalla)

Samuel Pérez
Probablemente uno de los beneficiados por el aumento de candidatas en la categoría principal de los Oscars haya sido Steven Spielberg. De sus 27 films, muchas de ellas obras maestras, tan sólo ocho han terminado siendo nominadas a mejor película, y sólo una lo ha ganado (La lista de Schindler). Si hubieran existido más de cinco nominadas en su año casi seguro que otras cintas como Encuentros en la tercera fase, El imperio del sol o Atrápame si puedes habrían logrado arañar ese reconocimiento también. Por eso podemos agradecer que este año War Horse (Caballo de batalla), aunque sea imperfecta, haya logrado colarse entre lo mejor del año según los académicos. A pesar del tono amable de la película (su acercamiento a los horrores de la guerra, aunque en ocasiones sobrecogedor, está a años luz del descarnado tratamiento de Salvar al soldado Ryan; no olvidemos que Disney distribuye) y de lo disperso de la estructura, el producto final es un relato magníficamente contado y emocionante en muchos de sus pasajes, apoyado en una factura técnica intachable. Ya que este año parece imposible lograr el premio mayor, ¿conseguirá Lincoln el año que viene ser la segunda película de Spielberg con Oscar?
Ganará: The Artist

Debería ganar: The Artist