El ocaso de la Cuba comunista destilado en una habitación

Enfila el Festival de Málaga su tramo final con la proyección de la espléndida coproducción hispano-cubana Últimos días en La Habana en la que Fernando Pérez retrata el ocaso de la Cuba de Castro a través de un hombre que agoniza en su cama. También se ha visto el thriller Plan de fuga, que sigue con irregular acierto los patrones del genero de robo de bancos. En cambio, ni una línea se merecería la supuesta comedia El intercambio, un producto tan chabacano en su historia como insultante en su realización.

Últimos días en La Habana retrata a dos amigos que comparten un piso en la capital cubana tan paupérrimo como se pueda imaginar. Uno es mortecino y misterioso, apagado por algún oscuro secreto y sobre todo obsesionado con emigrar a Estados Unidos. El otro, enfermo terminal de sida y postrado en cama, rebosa vida y luz. El primero es blanco, de facciones dulces y elegantes; el segundo, cobrizo y ajado. Y con este improbable dúo, Fernando Pérez retrata con acierto dos países que conviven y chocan. El que tiene futuro vive en la oscuridad y la pesadumbre, alimentado por un sueño vano; el desahuciado ilumina su habitación y, aunque se sabe acabado, no se deja vencer. Una dualidad que resume sutilmente uno de los personajes: “A mí no me asusta el fin del mundo. Lo que me asusta es que siga igual”.

Sólo se puede reprochar a Pérez que no siempre confíe en el espectador y en varias ocasiones subraye la metáfora y tienda a explicarla, algo que puede llegar a resultar molesto. Pero la película es hermosa, funciona y nos presenta una galería de personajes secundarios brillantes: el chapero mulato que visita al enfermo, su novia obsesionada con la tecnología, la controladora tía del enfermo, su sobrina adolescente embarazada, la funcionaria de policía que la busca…

Menos interesante es plan de fuga, el enésimo thriller español de los últimos meses/años. La fórmula empieza a ser cansina y la película no es suficientemente novedosa, pese a intentarlo. Plan de fuga arranca con un butronero captado por una red de delincuentes del Este de Europa que traman el robo de un banco. La trama pega varios giros interesantes a lo largo del metraje, casi todos suficientemente bien resueltos y que por supuesto no desvelaremos aquí. Pero sí destacaremos que lo más interesante de la propuesta es que en Plan de fuga, como anuncia su título, el sofisticado mecanismo del robo no es para llegar a la caja fuerte sino para salir de ella.

Iñaki Dorronsoro rueda la cinta con oficio aunque el ritmo resulta algo irregular. Alain Hernández, pese a su físico rotundo, no termina de llenar los zapatos de un personaje que conduce toda la trama y los ojos se van por derecho propio a Javier Gutiérrez que compone un yonki destruido por años de cárcel brillantemente caracterizado y siempre emotivo. Un trabajo brillante. Más de carril está Luis Tosar como el jefe de policía que les persigue y Alba Galocha como la prostituta que se acerca al protagonista.

Cierra el día, por suerte fuera de concurso, El intercambio, una cinta que este cronista no está seguro de que merezca el calificativo de película. La historia de un intercambio de parejas con Pepón Nieto, Hugo Silva y Rossy de Palma es vulgar y antigua, la comedia es siempre burda, el enredo forzado y la realización es indigna. Ignacio Nacho se llama el responsable. Sólo se entiende su presencia en festival serio por el hecho de ser una producción malagueña, pero complica la credibilidad de un certamen que precisamente este año quiere abrirse al mundo para elevar el listón.