El cine oriental triunfa en San Sebastián 2016

El jurado presidido por Billy August ha logrado una heroicidad en el Festival de San Sebastián: elaborar un palmarés razonable, aunque no totalmente compartible. No lo tenía fácil porque en esta edición hemos podido ver cinco o seis películas realmente destacables, y las componendas en estos casos son garantía de despropósito. Y en cambio, han dado con un equilibrio sensato.

La china I am Not Madame Bovary, de Xiaogang Feng es la gran ganadora del certamen al lograr la Concha de Oro a la mejor película y la Concha de Plata a la mejor actriz para Fan Binbing, la gran estrella del país y una de las intérpretes mejor pagadas del mundo. La cinta es un relato irónico y esteta sobre una mujer que sufre la incompetencia de la administración pública en sus propias carnes. Lo más llamativo de todo es que la cinta está rodada casi en su totalidad en un formato circular que encierra la imagen, que por otro lado es cuidadosamente pictórica.

Más discutible es el premio al mejor director para el surcoreano Hong Sang-soo, que en Yourself and Yours hace un relato woodyallenesco sobre una mujer que finge constantemente ser otra. O quizá no es ella sino su hermana gemela. No lo aclara ni le interesa. Es un sentido del humor alejado del europeo, pero en lo que a las virtudes como realizador se refiere, en esta sección oficial hemos visto trabajos mucho más complejos y sofisticados.

Nada que objetar de la Concha de Plata a Eduard Fernández como protagonista de El hombre de las mil caras en la que interpreta con socarronería a Francisco Paesa, el espía más famoso y cutre de la historia reciente de nuestro país. Una nueva aproximación de Alberto Rodríguez al lado más feo, quizá más característico, de España.

El cine patrio tiene un segundo gran galardón: el premio al mejor guión para Que Dios nos perdone, de Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen. Es un premio controvertido: es cierto que la trama policiaca no es perfecta y que algunos giros de la historia son algo forzados, pero también que han logrado escribir unos personajes vivos, ocurrentes y certeros que se expresan como deberían. No es poca cosa, en absoluto.

La argentina El invierno, Emiliano Torres, se lleva el premio a la mejor fotografía y el especial del jurado, este ex aequo con la sueca The Giant. Ambas son cintas interesantes que no ofenden a nadie en este palmarés.

Lástima, en cambio, que no haya habido acomodo para Lady Macbeth, del debutante William Oldroyd, que hubiera merecido figurar entre los grandes títulos de esta edición. Y tampoco para la polaca Playground, el polémico retrato del horror que hace Bsrtosz M. Kowalski que hubiera sido una Concha de Oro rotunda al tiempo que sólo apta para jurados llenos de coraje.

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