'Benediction', de Terence Davies

Terence Davies sublima su cine trágico y clasicista en ‘Benediction’

'Benediction'
Exquisita
La biografía del poeta Siegfried Sassoon brinda a Terence Davies la oportunidad de desplegar su mejor hacer y pulirlo hasta rozar la perfección. Un película deliciosa
5
Su mejor película

Terence Davies no se cansa de demostrar su romanticismo. Y no nos referimos sólo a su cine sino en su fidelidad con San Sebastián, a donde ha traído sus cuatro últimas películas (las tres anteriores: Deep Blue Sea, Sunset Song, A Quiet Passion) sin que el palmarés le haya siquiera rozado. El festival tiene ahora una oportunidad inigualable de redimir este grave pecado —un tema que, por cierto, recorre la filmografía del director— con Benediction, una cinta en la que Davies alcanza la sublimación de su estilo, su temática y, en general, su cine.

Benediction recorre la biografía del poeta inglés Siegfried Sassoon, cuya obra se inspira lúgubremente en su terrible experiencia de las trincheras y los hospitales de la I Guerra Mundial. Davies lo refleja con maestría mediante el texto de sus versos y una ingente cantidad de material filmado en el frente, en el que el deterioro del tiempo no ha podido ocultar los rostros primero cansados, al final desfigurados, de los muchos hombres que sufrieron y murieron. Sassoon dijo basta y abandonó las filas con una protesta que quiso ser sonora pero cuyo influyente entorno ahogó para ahorrarle males mayores. Pero la angustia de Sassoon sólo había empezado porque su corazón le condenaba a vivir una vida de amores proscritos y escandalosos.

Davies se zambulle en un nuevo mar profundo, que asoma en los ojos de Jack Lowden, sobresaliente en su esfuerzo por revivir a un hombre que estaba llamado a ser feliz pero que al final sólo encontró tormenta.

La narración esta construida con la habitual elegancia del director, su capacidad para la elipsis y su habilidad para los encadenados, que se sofistican como nunca gracias al uso sensacional de los efectos digitales. Y todo a partir de un guion con diálogos de filigrana, cargados de ironía y lucidez, que cada actor incorpora con la atildada naturalidad que sólo los grandes actores británicos poseen.

Benediction es un triunfo del clasicismo y la elegancia, la sofisticación y la falta de urgencia. La demostración —quién iba a pensar que fuera necesaria— de que así también se puede hablar al siglo XXI, a la crisis de la identidad personal, a la deconstrucción del género. Sin duda, una extraordinaria candidata a la Concha de Oro.