La prensa da la Concha de Oro a ‘Dans la maison’

‘Dans la maison’, primera favorita a la Concha de Oro

'Dans la maison', primera favorita a la Concha de Oro

Dans la maison, la nueva película de François Ozon, parte de una obra teatral del español Juan Mayorga para desarrollar un ácido y complejo relato de una relación maestro-alumno, los límites de la realidad y la ficción y la naturaleza misma del arte. Es, claro, la primera clara candidata de este año al a Concha de Oro. En cambio, el nuevo experimento de Javier Rebollo, El muerto y ser feliz, resulta penosamente equivocado.

Dans la maison, cuenta la historia de un professor de instituto que ha perdido la fe en sus alumnos. En su aula no es que no encuentre a un nuevo Flaubert sino que esos adolescentes no le merecen otro calificativo que el de bárbaros. Sin embargo, cuando ya ha tirado la toalla, da con la redacción de un estudiante con talento. Decida apadrinarle y guiarle hacia aquella carrera como escritor que él no pudo desarrollar por su falta de dotes.

El chaval inspira sus escritos en la observación de la familia de un compañero de clase. Se hace su amigo, se mete en su casa, espía a la madre, se acerca al padre… Todo para lograr abundar en su primer relato literario. El proceso no sólo es aceptado sino alentado por el maestro, fascinado por las dotes del muchacho.

La situación, como advierte la mujer del profesor, no puede acabar bien y hacia ese destino se encamina la película. Pero mientras llega, el juego que plantea Ozon a partir del original de Mayorga, se enreda y sofistica. Los límites de la realidad y la ficción se difuminan, la curiosidad se torna en atracción y esta en obsesión, siendo al mismo tiempo curiosidad y atracción. La relación entre alumno y profesor se retuerce sobre sí misma, con el maestro aprendiendo del discípulo, admirándole y envidiándole.

Ozon y sus personajes hablan del arte, la entronizan o ironizan sobre ella. Invitan al espectador a decidir su bando, a admirar o a utilizar, a reírse o a pensar. Sobre el arte en general y, con ello, sobre la propia película que están viendo. Dans la maison invita así a un juego inagotable, divertido y fascinante con la colaboración exquisita de su protagonista, Frabrice Luchini.

'El muerto y ser feliz'En cambio, El muerto y ser feliz es una película especialmente exigente y provocativa, y no por ello necesariamente seductora. Javier Rebollo, cineasta outsider y comprometido con nuevos caminos narrativos, traza la cinta como juego de elementos narrativos muy débiles: el viaje en coche por Argentina de un asesino a sueldo enfermo terminal.

Si bien las peculiaridades estilísticas que el espectador ha de sortear en el metraje dejan en un segundo plano la historia, el cómo -nos dice el director a gritos- se convierte en el centro de su experiencia. Rebollo construye un relato confuso en el que se alternan momentos burdos o humorísticos con otros propios del surrealismo o el ensayo antropológico. Personajes y situaciones sórdidas pasan sin demasiada fortuna en secuencias que tratan de dispersar más aún la trama con varios movimientos anticlimáticos y pobres golpes de efecto.

Un argumento de estilo que, demostrado está, puede funcionar y tiene en la figura de cineastas como Jaime Rosales (en Las horas del día) o Fernando Eimbcke (Lake Tahoe) buenos ejemplos recientes jugados en la misma liga. Pero en El muerto y ser feliz la abrumadora ambición de originalidad y frescura arruina la obra cinematográfica, sólo justificable en la medida que pueda ser aceptada como experiencia visual y sonora de vagos descubrimientos.

El experimento apenas cuaja y los ingredientes narrativos no permiten interesarse especialmente por el desarrollo de lo que acontece, para lo que no hay excusa posible. El efecto disuasorio del discurso, subrayando su frialdad o aparente incoherencia, es lo que a priori debería enganchar a determinados espectadores ávidos de nuevas emociones. Sin embargo la película fracasa al cerrarse en banda a destapar sus intenciones, con lo que todo queda reducido a un ejercicio de estilo vacío en el que es difícil apreciar un criterio elaborado. El desafío de la ubicua voz en off ayuda a claudicar definitivamente.