‘Hiedra’: la propuesta más incómoda de Horizontes Latinos

Hiedra
La directora Ana Cristina Barragán disfruta desencajando al espectador y nosotros con ella
3.7
Una sorpresa del cine ecuatoriano

‘Hiedra’ es una película voluntariamente incómoda y voluntariamente ambigua, tanto que tratar de describirla y analizarla supone desvelar parte de su truco. Avisados estáis. 

Crecer en un orfanato es terrible y eso el cine ya nos lo ha recordado varias veces. Menos contado está, como hace la directora Ana Cristina Barragán, que la familia allí es escasa al principio y se multiplica, sinceramente, cuando debes irte; y también  que los niños abandonados y débiles de hoy empujan con fuerza a los que llegarán mañana, que, aunque eso no hace que las heridas cicatricen, pero sí que puedas pensar menos en ellas. 

A un hospicio de Quito acude, casi como voyeur de los residentes más adolescentes, una mujer de 30 años -la actriz mexicana Simone Bucio-, pero que, por apariencia física, podría parecer uno de ellos -una pandilla que el equipo encontró después de miles de castings  entre actores naturales, y eso se respira en cada secuencia-. A todos les une que sufrieron una herida en el pasado, pero cada cual la suya. 

Iremos descubriendo cuál es y el motivo por el que la misteriosa voyeur acude tan frecuentemente al centro, pero a través de un guion que sugiere más que desvela y una cámara extremadamente sensorial, que parece detenerse a olisquear, a acariciar texturas, a mancharse de barro, de leche materna… Así lo habíamos descubierto ya en sus dos anteriores películas: ‘Alba’(2016) y ‘La piel pulpo’ (2022).

La propuesta incomoda, especialmente en el tramo final, del que no debemos desvelar demasiado, pero porque se atreve a pisar terrenos resbaladizos y uno tiene la sensación de compartir demasiada intimidad con los protagonistas. Un mérito que le valió el premio al mejor guion en la sección Orizzonti de la pasada Mostra de Venecia, todo un hito pues no había participado una película ecuatoriana en los últimos 26 años.