“Vengo de España solo para decirle gracias”. Era 2005 y me había gastado mi primer sueldo decente en billetes de avión y entradas para el teatro. Fila 2, para tener a Angela Lansbury lo más cerca posible. Hoy siento que debo contar esta pequeña historia de agradecimiento.
Mi gracias era sincero: de niño cogí por primera vez un libro sobre cine, un diccionario de actores, para saber quién era esa señora tan simpática que resolvía crímenes. Empecé a ver todas sus pelis. Iba al videoclub y alquilaba Luz de agoniza o El espejo roto. O pillaba en la tele Los tres mosqueteros, Sansón y Dalila y la espeluznante El mensajero del miedo. ¡Qué felicidad cuando TVE programó a las 9 de la mañana de un domingo La vida privada de Bel-Ami!: inencontrable.
En El Corte Inglés de Goya tenían el disco de Sweeney Todd a un precio imposible. Estuve meses pasando por allí a ver si seguía en la estantería, hasta que me armé de valor e hice aquel dispendio. No he hecho mejor inversión en la vida: Angela me presentó a Stephen Sondheim.
Aquel viaje a Nueva York fue maravilloso. Recuerdo estar aterrizando en Nueva Jersey, con la vista de la Gran Manzana en la ventanilla, y sonar ‘Everything’s Coming Up Roses’ cantado por Angela Lansbury en el hilo musical que llevaba sintonizado.
Mi amigo Tod me llevó a casa de Andrew Gans, periodista de Playbill, que me puso todos los vídeos que tenía de Angela Lansbury: grabaciones pirata, premios, conciertos… Y enseguida, el gran día. Al teatro y a la puerta de artistas. “Vengo de España solo para decirle gracias”.
En 2013, después de años en las quinielas, la Academia le da el Oscar Honorífico. Y en su sensacional discurso de agradecimiento dice que “es algo maravilloso que te conozcan, ya sabes, en España, Portugal, Francia, Alemania y en todas partes”. Me dio un vuelco al corazón.
¿Por qué, de todos los lugares del mundo, nombró a España la primera? Sentí que me hablaba mi. Que rebuscó en su cabeza y se le iluminó un fogonazo. Soñé que aquel fugaz encuentro tan importante en mi vida quizá significó algo para ella.
Me lo he inventado, pero me hace feliz.