‘La misteriosa mirada del flamenco’, un western queer sin complejos

La misteriosa mirada del flamenco
Entre el realismo mágico y la comedia
Otra película latina que optó por Un certain regard de Cannes, pero que hubiera sido una digna candidata a la Concha de Oro
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Nada tiene que ver el título con las bulerías, ni las soleares, sino con el estilizado animal. En pleno desierto de Atacama, en los arrabales de un poblado minero, se levanta un barracón-cantina habitado por una comunidad de travestis -así se autodefinen ellas-, todas con nombre de animales: Mamá Boa, Leona…

Estamos a principios de los 80 y el grupo se enfrenta al hecho insólito de que dejan en su puerta a un bebé que deciden criar -Lidia, a la que el espectador conoce ya con 11 años- y después al desprecio de casi toda la población porque se está propagando una enfermedad que, según la mitología popular, se propaga cuando ellas miran a los hombres a los ojos y consiguen enamorarlos. 

Se trata del debut en el  largo del chileno Diego Céspedes, tras dos cortos de gran recorrido internacional, y con él logró el Gran Premio del Jurado de la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes y hoy mismo se ha confirmado el galardón Dama de la Juventud en Donosti. 

Aunque ya hemos conocido en bastantes películas queer sobre el tema de la familia elegida, Céspedes nos sorprende poniendo el acento en la fortaleza de esta comunidad marginada más que en las ofensas, también en el perenne sentido del humor con el que desafían las adversidades, lo que hace girar el guion hacia la comedia no pocas veces. 

También hay destellos de realismo mágico, que nos sirve ya la propia premisa inicial: la superstición popular con la que se afrontaba el VIH, considerado en aquel rincón como la “peste” trasmitida a los hombres que visitaban las habitaciones que había tras el escenario del bar, que, a pesar de la hipocresía generalizada, no eran pocos. 

Podemos indultar el naïf final del filme como compesación por todos los destinos trágicos que la vida y el cine han deparado a la comunidad LGTBI, pero debemos alabar una dirección actoral que logra que las actrices desnuden toda su vulnerabilidad, algo poco habitual en el género del western que Céspedes no tiene complejos en reiventar.