’27 noches’: San Sebastián arranca con una comedia argentina sobre los problemas de la vejez bohemia

27 noches
Atractivo tema con tono perdido
Una ¿comedia? sobre los deseos en la edad en la que se supone que ya no se deben tener deseos y sobre una vida de color
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En la vejez, nuestra sociedad te aparta y te ignora. No molestes. Y que no se te ocurra divertirte. Si a esto le añades un par de hijos que ven peligrar su herencia, lo más probable es que intenten impedir que tu “mala cabeza” les deje sin un chavo. Y si además has disfrutado de una vida más que acomodada con tendencia a la bohemia y las amistades artísticas, ya puedes prepararte. Olvídate de las fiestas, de ligar, de invertir en proyectos artísticos con claros indicios de ruina para los demás. Y de casarte. Porque a quién se le va a ocurrir casarse con una anciana de 84 años.

Este es el punto en el que Daniel Hendler inicia su última película 27 noches, que también es la que da el pistoletazo de salida a la Sección Oficial de la 73ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (con un Kursaal lleno a primera hora de la mañana, algo que siempre deja el corazón calentito). Y lo hace en tono de comedia. O de drama. O de thriller. Pero sin llegar a pillarle el punto a una historia que con un tono más definido podría resultar mucho más interesante y sobre todo un poco más significativa.

Tiene personajes que darían juego: la anciana Margot Hoffman (interpretada por la maravillosa Marilú Marini), con su vestimenta y sus costumbres que no corresponden para nada con su edad según los cánones impuestos por la sociedad. La hija mayor (Cara Peterson), una mujer de negocios que ve peligrar el dinero familiar ante lo que ella considera excentricidades de su madre. Un perito judicial (el propio Daniel Hendler) de vida gris que intentará averiguar si las causas que llevan a ingresar a la anciana en un psiquiátrico son justificadas y que a la vez descubre que la vida es de color gracias a la compañía de Margot.

Quizá es que no va a tope con un tono y lo trufa de otros. Por ambicioso, creo, por pensar que una comedia más pura al estilo Puan no daría para contar todo lo que quiere contar. O porque un drama familiar dejaría fuera la investigación del perito. O porque solo el thriller centrado en esa investigación dejaría fuera todo lo demás.Tenemos además una escultura desaparecida de Dalí, que podría haberse convertido en una especie de Halcón Maltés. El caso es que parece que la película no encuentra el tono adecuado. Y es esa dispersión un poco cobarde la que provoca que la película no termine de funcionar.

Pero nos quedamos con el encanto y la energía de Marilú Marini y el desconcierto torpe de Daniel Hendler. Y con la elegía de una vejez divertida y no aparcada.