
Que el cine chileno luce una madurez radiante es prueba su abundante presencia en la edición de este año de Horizontes Latinos, que, precisamente, se abrió con una película de esta nacionalidad: Limpia, de Dominga Sotomayor, que con Tarde para morir joven obtuvo el galardón de Mejor director en Locarno y que antes había logrado en Rotterdam el Tiger Award por De jueves a domingo.
Se trata de la adaptación del best seller homónimo de Alia Trabucco que tiene como protagonista absoluta a María Paz Grandjean, que interpreta a la mujer interna-chica para todo de una familia burguesa que acaba siendo más madre de su única hija que los propios progenitores.
Sotomayor explota el thriller psicológico y dibuja con acierto el personaje de una mucama silenciosa, que, sin embargo, sueña, sufre, vigila y hasta tiene deseos y relaciones sexuales por mucho que sus empleadores ni puedan imaginarlo.
Destaca la relación que se establece entre la protagonista y la pequeña de la familia, que está lleno de pequeñas sutilezas que pocas veces se encuentran en las actuaciones de una menor en pantalla.
Son inevitables las comparaciones con Roma de Cuarón, puesto que el punto de vista es el mismo, aunque, se nota que Sotomayor, a diferencia de Cuarón, no está tan interesada en la épica, sino en reconstruir todos los pequeños detalles que forman el verdadero universo de una figura tan poco retratada en primer plano
Tanto esta película como Roma han sido financiadas por Netflix y uno se sigue preguntando cómo es posible que la estrategia del gigante en cuanto a la producción de largometrajes sea tan distinta a ambas orillas del Atlántico.

