
La primera representante española en la Sección Oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián en su 73ª edición la trae Alberto Rodríguez, que vuelve a sus dominios del sur tras pasar por Barcelona en Modelo 77 para contarnos una historia de buceadores profesionales, cuando ni siquiera un trabajo de alto riesgo como el suyo les da para ganarse la vida.
Dos hermanos, Antonio y Estrella, viven juntos y trabajan a bordo de un barco de mantenimiento de los petroleros que arriban a la bahía de Algeciras para cargarse de crudo. Antonio está divorciado y tiene dos hijas, que está a punto de perder por no pasar la pensión a su ex, y Estrella, que tiene problemas de audición tras un accidente de buceo en la infancia, tuvo que dejar su prometedora carrera como bióloga marina para cuidar de su padre, la persona que les enseñó a bucear y que les transmitió el amor por el mar y un modo de vida. Cuando por la mala cabeza de Antonio, que ya empieza a tener problemas de salud, está a punto de perder a sus hijas, se le ocurre un plan para robar droga de uno de los petroleros y venderla. Pero su plan tiene muchas fisuras, una de las cuales es confiar en quien no debe.
Una de las inmensas cualidades de Rodríguez es el retrato de los personajes desesperados y las relaciones entre ellos. Así, la relación entre Estrella y Antonio resulta natural y fluida, llena de cariño, pero no exenta de los reproches que puede haber en cualquier familia. Igual sucede con la camaradería en el barco, y el colegueo con el patrón. La selección de Antonio de la Torre y Bárbara Lennie como los Tigres, los dos hermanos, es irreprochable, al igual que el cásting de los buzos y del siempre estupendo Joaquín Núñez. Sus diálogos son naturales y pertinentes, y reflejan muy bien el lenguaje coloquial. Alberto Rodríguez además es maestro en esa economía del lenguaje que ahorra diálogos verborreicos y siempre encuentra un apoyo excepcional en gestos y planos.
Otra de las grandísimas cualidades es lo bien que está llevada la tensión a lo largo de todo el metraje, y tiene momentos realmente potentes fuera del agua, pero sobre todo dentro, donde la expresividad se reduce a un movimiento de brazos o al plano de unos ojos. Los Tigres es sobre todo una película de aventuras, con toques de thriller y drama social, en la que no cuesta nada entrar y que se ve con facilidad e interés durante toda ella, y deja muy buenas sensaciones.

