Festival de Cine de San Sebastián 2012

Fernando Trueba retrata la poesía de la creación artística

Fernando Trueba retrata la poesía de la creación artística

El Festival de San Sebastián ha mostrado hoy su tercera y última película española en liza por la Concha de Oro: la hermosa y poética El artista y la modelo, de Fernando Trueba. Además, se ha proyectoado también en competición Foxfire, con la que el francés Laurent Cantet vuelve a retratar la adolescencia aunque esta vez con un relato estadounidense que resulta aburrido y fallido.

Fernando Trueba sigue al pie del cañón demostrando que a pesar de su dilatada trayectoria, no hay por qué acomodarse en el terreno más conocido. Tras sus coqueteos con la animación, el director vuelve al Zinemaldia presentando ‘El artista y la modelo’, pequeño ejercicio de estilo minimalista rodado en blanco y negro que trata sobre la singular relación entre un artista francés y una chica española que ayuda a los maquis a cruzar los Pirineos en tiempos de la II Guerra Mundial. Trueba prescinde de artificios y discursos elaborados y opta por un lenguaje muy parco, de ritmo pausado, con apenas un par de breves pasajes musicales y una única localización donde transcurre gran parte de la acción mano a mano entre sus dos protagonistas principales.

Trabajar con tan pocos elementos permiten a Trueba detenerse en los detalles y construir su historia a partir de breves lineas de diálogo, miradas que se traducen en profundas emociones y descripciones visuales de un paraje natural fotografiado con exquisito gusto. El buen trabajo de Aida Folch y sobre todo Jean Rochefort sostienen la película incluso en algunos momentos en los que se hubiera deseado algo más de brío en la dirección. Las breves apariciones de personajes secundarios permiten contextualizar el relato principal y darle una dimensión histórica a la anécdota, cuando no constituyen un sano alivio cómico. Sin grandes temas ni complicaciones discursivas, ‘El artista y la modelo’ rezuma poesía, sensibilidad artística y mucho amor al cine, un arte del que se reivindica su procedencia artesanal y cuya principal virtud no se encuentra quizá en la sofisticación sino en la forma en la que se contemplan y disfrutan a través de él, algunos pequeños placeres de la vida. 

'Foxfire'Cuesta a veces discernir los motivos que llevan a director a tomar un rumbo creativo en su carrera después de algún éxito sonado. Podría ser el caso de Laurent Cantet, quien con su último film, ‘La clase’, alcanzó nuevos logros narrativos en eso tan demandando por crítica y público, la captación de la realidad desde la ficción. Su nueva película ‘Foxfire’, a concurso en San Sebastián, no parece un paso seguro en la filmografía del realizador y aunque es posible encontrar en ella algunos de sus mejores habilidades como director, su escasa relevancia decepcionará a gran parte del público.

Quizá parte de la tibieza del film se deba a un argumento que a pesar de lo sugerente, resulta poco sólido. Las motivaciones de un grupo de jovencitas de un pueblo de la América de los 50 para ejercer su particular cruzada ‘de género’ frente al abuso machista resultan simpáticas durante la primera hora del metraje. De Cantet se aprecia su atención por los actores y la naturalidad con la que prepara los diálogos, a pesar de que por el momento, el film no pasa de agradable cine mainstream. Hay alguna buena idea y actrices solventes para unos personajes y situaciones que no acaban de ser convincentes. Conforme avanza la cinta, el hilo narrativo se estanca y la deriva del grupo de adolescentes se hace previsible y tediosa. Y aquí, el realizador, tal vez crecido o confiado por el éxito, pierde el control de la película manejando con torpeza los tiempos y postergando un desenlace banal y ridículo. Imagino que la excesiva duración de la película viene refrendada por la autoridad que posee el creador y su necesidad de transmitir íntegro un mensaje de cierta trascendencia. Algo que a decir verdad, no acaba ocurriendo. En el cine, el criterio no siempre es fácil de encontrar o se vuelve voluble. Otras, sencillamente se confunde con un exceso de egoísmo y automotivación.

La sección paralela Perlas de otros festivales ha proyectado hoy ‘Las sesiones’, el último trabajo de Helen Hunt que la reúne con John Hawkes en la historia real de Mark O’Brien, un poeta y periodista enfermo de poliomielitis que decide, a sus 36 años, perder la virginidad.

La cinta, narrada en tono de comedia amable, aborda sin pudor (desnudos incluidos) el delicado tema de las relaciones sexuales de las personas con discapacidad, comenzando su discurrir con un tono más irónico cáustico para luego difuminar su idea inicial en un tono de comedia romántico-trágica, el tono exacto que en principio parecía rehuir.

Suerte de unas estupendas interpretaciones, comenzando por Helen Hunt, que a sus 49 años no tiene pudor alguno en mostrarse completamente desnuda para armar una hierática terapeuta que acaba rendida a los encantos del protagonista, interpretado de forma espectacular por John Hawkes, que no sería extraño volver a verle nominado al Óscar por este papel.

Completa el trío protagonista el solvente William H. Macy, interpretando a un divertido sacerdote, confesor del personaje protagonista, que supone el apoyo moral e ideológico del protagonista; tres personajes complementarios que completan el universo de este imbatible enfermo de polio que hará todo lo posible por crecer sexual y personalmente.