El presente artículo recoge una interesante retrospectiva sobre las breve pero intensa incursión de uno de los mejores músicos de la actualidad en el cine de animación. Tras agotar la fórmula del musical Walt Disney Animation se encaminó hacia su ocaso con paso firme y trató fallidamente de redirigir la animación de la casa, reclamó al compositor instrumental James Newton Howard quien nos regaló tres hermosas e infravaloradas partituras del nuevo milenio. Merece la pena recordad estas fantásticas músicas.
Diez años exactamente duró la fórmula del pincel y el musical, desde La sirenita (1989) hasta Tarzán (1999), tiempo más que suficiente para inscribir esa etapa, la del Renacimiento de la Disney, en los anales del mejor cine de animación. Sin embargo, el cansancio del formato, la entrada de Pixar en juego y una prisa por barrer el éxito por parte de la prensa hicieron que la compañía probara nuevos derroteros. Alan Menken, un tanto desprestigiado por su calamitosa partitura de Hércules y tras el éxito de las canciones de Phil Collins se tomó un tiempo. La compañía convvencida de darse un respiro con tantas canciones animadas decidió optar por una estrategia musical más conservadora y llamó a filas a James Newton Howard para que compusiera partituras esencialmente instrumentales.
Una revisitación a la maravillosa En busca del valle encantado pero orientada hacia el hiperrealismo visual fue la gran apuesta del estudio por el cambio. La larga marcha del dinosaurio Aladar y compañía (entre ellos, una brontosaurio que en España ponía voz Maribel Verdú) por evitar la extinción servía como excusa para la consecución de grandes efectos visuales e impresionante paisajes. Su historia, en cambio, quedaba bastante flojita quedando el conjunto como un gran experimento cinemático.
Newton Howard compuso una soberbia partitura que pasó inexplicablemente desapercibida para los académicos. El tema principal ‘The Egg Travels’ es sólo el aperitivo de una impresionante orquestación, que no disimulaba un afán por conseguir a través de los mismos recursos musicales los resultados de Hans Zimmer en El rey león, es decir, grandes coros, magnificencias orquestales y mucha acción. Una variada ensalada de géneros sonoros entre los que destaca su tema de amor y aquellos paisajes más reflexivos.
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Suena ‘The Egg Travels’ de Dinosaurio (2000)
Atlantis fue su primera incursión en el cine de dibujos animados. Milo es un joven arqueólogo lingüista de museo de gran inteligencia que sueña con terminar la investigación que su abuelo, un famoso explorador, comenzó. Así es como Milo se convierte en la clave para resolver un antiguo e inquietante misterio, uniéndose a un grupo de temerarios exploradores decididos a encontrar el legendario imperio perdido de la Atlántida. La historia de un científico un tanto divertido que encuentra en este hábitat perdido el amor y la fascinación hacían una película bastante decente pero muy alejada de la grandiosidad de los clásicos pretéritos de la Disney.
La partitura de Newton Howard navega por derroteros muy conservadores pero de gran efectividad. Una música muy introspectiva que recoge todos los tópicos pero a la vez los adorna con instruemntos y coros muy bien segmentados para darle una entidad extraña al conjunto. Así hace uso de la voz femenina, de música incidental e incluso de sintetizadores para dar otras vertientes a la composición. Su gran tema principal y las últimas pistas del score son sin duda su mejor arma. Es una magnífica composición larga con un gran carácter místico y evocador que identifica a la perfección el mundo de la Atlántida. Una de las mejores partituras de 2001.
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Selecciones del score de Atlantis: el imperio perdido (2001)
El clásico de Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro, fue remozado acorde con los gustos actuales y se preparó una versión galáctica y bacala titulada El planeta del tesoro. Jim, conocido por ser un gran surfista solar, se enfrenta a una cacería intergaláctica de tesoros. En sus manos cae un legendario mapa que le llevará a buscar la fortuna más grande del Universo. Un gran espectáculo visual de animación con barcos voladores ambientada en el espacio exterior. La cinta no obtuvo todo el éxito de taquilla esperado, en parte gracias a la malsana prensa que por aquel entonces seguía cargando dardos contra todo lo que tuviera el rótulo de Disney. De hecho, las críticas hacia la película fueron muy buenas obteniendo elogios del Time y del Washington Post. Personalmente pienso que además de ser un festín visual como pocos he visto yo en una cinta de dibujos (y desde entonces sigo esperando) es un valiente retrato, sincero y realista sobre las consecuencias de la desestructuración familiar, la marginación social y el éxito personal. También obtuvo el reconocimiento de la Academia convirtiéndose en la primera película de dibujos animados de Disney en ser nominada al Oscar a la mejor cinta de animación del año, honor que comparte con Lilo & Stitch.
El planeta del tesoro es simplemente una de las mejores partituras de 2002, y eso es decir mucho porque no ha habido un mejor edición para la música de cine desde entonces. James Newton Howard construyó un sólido score que hilvanaba toques de comedia, aventura y drama a través de influencias electrónicas, celtas y melódicas. Una cuidada estructura en la que el tema de Silver cobra un protagonismo orquestal magnífico. La Academia, cansada ya de películas Disney, ni se molestó en escuchar esta partitura y prefirió destacar trabajos más serios y también buenos que precisamente no faltaban ese año. A la composición acompañan dos canciones de John Rzeznik que quedan bastante fuera de lugar. En la versión española el ‘I’m Still Here’ lo cantaba Alex Ubago con el título de ‘Sigo Aquí’.
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Suena ‘Silver Leaves’ de El planeta del tesoro (2002)