‘X-Men: Apocalipsis’: La película mutante que más te hará pensar

A ver, si esto es así, entonces ¿por qué luego pasa lo que pasa? No tiene ningún sentido. Efectivamente, no lo tiene. X-Men: Apocalipsis ha llegado para saltarse a la torera cualquier línea argumental que le molestase para la suya propia y resultar una película tan entretenida como desconcertante. Entretenida porque los mutantes es lo que tienen y Bryan Singer, a veces, también.

Aunque lo cierto es que la mejor desde que decidieron dar un salto atrás en el tiempo y visitar a los jóvenes Magneto (Michael Fassbender), Mística (Jennifer Lawrence) y Charles Xavier (James McAvoy) sigue siendo Primera Generación.  Curiosamente aquella la dirigía Matthew Vaughn y no Bryan Singer, director de esta y Días del futuro pasado que parece haberse olvidado de lo que hizo en las dos entregas anteriores en las que se puso al mando, X-Men y X-Men 2.

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La escena en la que se presenta a Apocalipsis (Oscac Isaac) y que sirve de arranque a la película es, simplemente, monumental, como las pirámides de Egipto en las que se ambienta. Después, salto en el tiempo para situar al espectador a comienzos de los años ochenta, una década después de donde quedó todo en la anterior, Días del futuro pasado. Y ahí es donde empiezan las preguntas.

¿Será que ahora todos tienen un poco de ese gen que impide a Lobezno envejecer? Bueno, da igual, sigamos, que alguien ha hecho lo que todo el mundo espera, despertar a Apocalipsis después de siglos sepultado y adormecido y la cosa se va a poner interesante y muy violenta, que esto es una película de acción y no de diálogos grandilocuentes. Y así es. Eso sí, sus referencias bíblicas y los dilemas propios de la saga entre el bien y el mal y el miedo a lo desconocido que provoca la diferente prevalecen siempre.

La diversión ha comenzado, Bryan Singer echa el resto en las escenas de acción y se deja llevar por cierto toque de sentimentalismo en ocasiones. Porque Xavier siempre ha sido un buenazo seguro de que todo el mundo alberga el bien en su interior y nunca ha dado por perdido a su amigo Magneto y a su ‘hermana’ de adopción Mística.

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Esta vez el enemigo es un megalómano empeñado en reiniciar la humanidad cargándose a todos y dejando que la selección natural, algo forzada, de la especie haga el resto. Porque el consumismo, la tecnología armamentística y el dinero se ha apoderado de los seres humanos y han perdido de vista lo verdaderamente importante. No como en la época en la que le durmieron a la fuerza.

Y claro, Xavier y los suyos no pueden permitirlo. El Profesor vuelve a liderar a un equipo de mutantes que tendrá que unir fuerzas para salvar a esa humanidad que les teme y no termina de fiarse de ellos. Pero el bueno de Xavier es así y las películas de la saga son así. Alguien quiere acabar el mundo tal y como lo conocemos o solo con los mutantes y los X-Men luchan para evitarlo.

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X-Men: Apocalipsis ofrece mucha acción, mucho poder desatado, un despliegue pirotécnico de fuerzas y nuevos e interesantes mutantes como los fichajes de Jean Grey (Sohpie Turner) y Cíclope (Tye Sheridan) y la entrada en escena triunfal de Quicksilver (Evan Peters), que ya fue presentado en Días del futuro pasado y que con cada aparición sube puestos en el ranking de mutantes más molones.

Algunas de esas incorporaciones como las de Ángel (Ben Hardy), Rondador Nocturno (Kodi Smit-McPhee) y Tormenta (Alexandra Shipp) son las que despiertan el desconcierto que supone para quien ha visto todas las de la saga y las recuerda el cómo encajar su historia en el conjunto y en cómo se supone que continúan. Como tampoco termina de entenderse en qué momento se torció la relación entre Mística y Magneto y en cuánto tiempo tienen pensado en dejar de jugar con el personaje de Fassbender. Le tienen mareado entre tanto ir y venir del camino correcto al incorrecto. Su idas y venidas empiezan a parecer las Sylar en Héroes. Y eso no es nada bueno.

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Lo más recomendable es dejarse llevar por la película, que es divertida y amena y aparcar las preguntas para después, para comentarlas con los amigos y devanarse los sesos intentando encontrar respuesta a cómo encajar todo esto en la línea argumental que compondrían las hasta ahora seis entregas. Para que luego digan que las películas de superhéroes no son de pensar.