Emmy 2014: Mejor guión

Arrancamos la carrera de medio fondo que son los análisis de las distintas categorías que concurren este año a los premios Emmy con la de mejor guión. Viejos conocidos e importantes novedades con el denominador común de la calidad por encima de todo. Y es que este año hay muy buen nivel y grandes torres que abatir.

Mejor guión en serie dramática

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Por Bernardo Pajares. Todo apunta a que Pizzolatto contra Gilligan será este año el gran duelo en la categoría de serie dramática. Con dos episodios de la recta final de Breaking Bad haciendo doblete en mejor guión poco tiene que hacer el fantástico arranque de temporada de House of Cards, que retomaba magistralmente la acción justo en la misma sesión de running en la que habíamos dejado a Frank Underwood y esposa, preludio de un golpe de efecto al más puro estilo George R.R. Martin. Se agradece ver que Kate Mara, ignorada en la primera temporada, compita como actriz invitada por esta última aparición. Y si la de Netflix consigue su nominación con el primer episodio de la temporada, Juego de Tronos opta al Emmy por su cierre. David Benioff y D.B. Weiss supieron dosificar y dejarnos hasta el último momento pendientes del destino de Tyrion Lannister, pero a pensar de que la producción de HBO lidera esta edición con 19 candidaturas, la balanza parece inclinarse hacia el lado de True Detective. El guión de «The Secret Fate of All of Life» es clave para entender lo que pasa a partir de ese momento, que tiene mucho que ver con la decadencia de los personajes de McConaughey y Harrelson. Claro que el fenómeno True Detective tendrá que vérselas con Breaking Bad, siempre que los elementos de su composición no hayan perdido eficacia para los académicos. El poema de Percy Bysse «Ozymandias» da título al favorito de la categoría, que supone el final del descenso de Walter White, consciente por primera vez, a través de la pérdida de su cuñado -el implacable Hank Schrader- de que ha fracasado en el intento de respetar a su familia. Después de un desenlace tan potente, «Felina» supo más a (pirotécnico) epílogo. Nada que objetar al trabajo de Moira Walley-Beckett y Vince Gilligan. Porque el año pasado vimos cómo Homeland le arrebataba un premio para el que la serie estrella de AMC tenía dos papeletas, este es el ahora o nunca para darle a Heisenberg la despedida que se merece.

Ganará: Breaking Bad
Debería ganar: Breaking Bad

 

Mejor guión en serie de comedia

GuionComedia

Por Pedro Moral. Las dos últimas grandes series de comedia, Modern Family y Big Bang, han sido excluidas de la candidatura a mejor guión en serie de comedia. Un claro reflejo de que en esta nueva carrera por convertirse en la ganadora del Emmy hay dos nuevas favoritas, Veep y Orange is the new black. Sin embargo, en cuanto al mejor guión, destaca por encima de las demás “So did the fat lady”, de Louie. Escrito y dirigido por Louie CK, este capítulo abre la caja de los truenos. El cómico retrata la repugnante manera con la que la sociedad masculina mide a las mujeres. Es comedia negra y terriblemente realista. El piloto de Orange is the new black, escrito por Liz Friedman y Jeji Kohan, es el otro gran candidato. Es la presentación al mundo de Piper Chapman, la mujer sentenciada a quince meses de prisión por un crimen de su juventud. Un comienzo perfecto para la comedia del año. El mejor capítulo de Veep hasta la fecha se titula “Special Relationship” y no podía estar fuera de esta candidatura, lo primero por ser un crossover con la serie de Armando Lannucci titulada The thick of ti, lo segundo por ser un divertido juego de espejos entre la política inglesa y estadounidense y tercero por la aparición especial de Christopher Meloni. Las otras dos aspirantes al Emmy son Episodes por “Episodio 309” y Silicon Valley por “Tip-To-Tip Efficiency”. ¿Tendrán más peso los incisivos diálogos de esa radiografía de la parte más mezquina de la televisión por cable o esa masturbación masiva ideada por los chicos de Pied Piper?

Ganará: Orange is the new black
Debería ganar: Louie

 

Mejor guión de miniserie o telefilme

GuionMiniserie

Por María Pérez. Todas las nominadas en esta categoría son viejas conocidas de los espectadores, aunque algunas hayan cambiado de formato. Todas salvo una, The Normal Heart, que es de los mismos productores que American Horror Story. Y es que, a lo tonto, parece que la industria va tomándose en serio a Ryan Murphy, capaz de lo peor, y también de lo mejor (o por lo menos de lo más divertido) en la televisión actual. Los miles de aficionados de las temporadas anteriores de AHS esperaban con ansias el inicio de la tercera, titulada Coven, y los no tan fans andaban con la duda de “A ver por dónde nos va a salir éste”, y eso es mucho decir en un mundo en el que hay saturación de series de todo tipo y calaña. Pues bien, “Bitchcraft” deja con la misma sensación, y eso es gracias a un guión que plantea este primer capítulo como una presentación de personajes, y lo que es aún mejor (o peor, según se mire) no sabemos qué partes debemos tomarnos en serio y cuáles en broma. Mención aparte merecen las particularidades del lenguaje utilizado, deliberadamente cursi y anticuado sobre todo en las  referencias sexuales, lo cual no se puede interpretar más que como una gracieta sin trascendencia, un paso más en el patchwork de elementos que componen la locura que es AHS. Siguiendo con Ryan Murphy, en The Normal Heart se alía con Larry Kramer, que adapta su obra de teatro homónima de 1985 en el telefilme dirigido por el primero. La acción, ambientada en la irrupción del sida en la sociedad estadounidense, en concreto en un grupo de amigos, la mayoría gays, empieza como una película de desastres, y su confesa intención es la de que el sida no sea archivado y olvidado como algo ya pasado que no volverá a suceder. Hace hincapié en los activistas, en los que lucharon por que no se considerase una cosa solo de gays y de sus peligrosas prácticas sexuales. Y esa es precisamente su mayor fuerza: el grito contra el olvido. Nada que ver tiene con la adaptación a la pequeña pantalla de Fargo, la magnífica película de los hermanos Coen. Si el valor de AHS es el exceso, en esta, y sobre todo en el primer capítulo, “The Crocodile’s Dilemma”, escrito por Noah Hawley, su principal virtud es el equilibrio, porque se mueve en una línea muy fina de respeto absoluto al espíritu creado por los Coen, haciendo reconocible para el espectador tanto personajes como situaciones y ambientes, y de creación de expectativas, que son las que permiten que la serie siga viva. Hay suficientes elementos nuevos, o descolocados respecto del original, como para que teniendo los mismos mimbres y algunos adornos, se cree un producto independiente y, si no de la misma altura creativa, sí digno e interesante. Neil Cross y su serie Luther, de la que es único guionista, son viejos conocidos de estos premios. Cross estuvo nominado en 2012 en esta misma categoría por dar vida, movimientos y contenido al obsesivo inspector de policía John Luther. Y aunque al principio no convenció a los votantes, las tres temporadas de solidez narrativa e interesante construcción de personajes y casos han sabido ganarse el respeto, tanto como para que entre en las nominaciones en su temporada final. Otro viejo conocido de estos premios es Steven Moffat, alma mater de esa serie superior que es Sherlock. Por tercera vez consecutiva, en esta ocasión está nominado por el capítulo final de la tercera temporada, “His Last Vow”, sin duda el mejor de esta entrega y, para algunos, el mejor de toda la serie. Su mejor baza es sin duda, el ingenio y la inteligencia que suaviza una clara tendencia al melodrama un poco extremo, y que, aunque los sucesos son muy sorprendentes, el suelo sobre el que se desarrollan es tan firme que nunca parecen fuera de lugar. Por último tenemos Treme, la gran serie de homenaje a la gente y a la música del sur de EEUU, al jazz y al blues y a las bandas callejeras de metales, que aparece en estos Emmy cuatro años después de su estreno. Y para una serie que empezó con grandes expectativas al son de las fanfarrias, y que ha creado una base no mayoritaria pero sí sólida de fans, este capítulo final con nombre de canción, “…To miss new Orleans”, da una sensación de derrota, lo cual no es necesariamente malo. La serie nunca ha pretendido contar grandes dramas personales; la vida y la muerte siempre fueron algo que se escapaba al control de sus personajes, que lo asumían de la manera más normal. Y esa es la verdadera belleza de la serie: David Simon y Eric Obermeyer, los creadores, nos tiraron en medio de una comunidad y nos sumergieron en su vida, la normalizaron para nosotros. Y así es como debía terminar.

Ganará: The Normal Heart
Debería ganar: Treme