Goyatlón 2014: Mejor dirección de producción

La categoría de dirección de producción agrupa este año cuatro películas de géneros diferentes pero que ejemplifican a la perfección en lo que consiste la labor del director de producción. La variedad de localizaciones, el deseo conseguir un tono diferente, que deje marca en la producción cinematográfica y que fije nuevos estándares parece ser el punto en común que tienen las cuatro nominadas, cuatro dignísimas candidatas.

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Marta Sánchez de Miguel por 3 bodas de más

Con el diseño de producción de esta comedia, aparentemente el más sencillo de las cuatro nominadas, Marta Sánchez de Miguel, que en su filmografía cuenta con la producción de películas y miniseries como El orfanato, [Rec]2, Dieta mediterránea o Felipe y Letizia, se enfrentaba al reto de configurar la producción de cuatro bodas (tres de ellas completas, menús y música incluidos) en una película en la que el mar está siempre presente. Y no sólo las cuatro bodas (que son todo un máster de celebraciones) son de tipo distinto, una surfera, con ambiente de chillout de playa, una segunda rural, con sus balas de paja, y una tercera más pija, aunque de ella sólo se vea el exterior de la iglesia, sino que también los diferentes espacios en los que se mueven los protagonistas, la variedad de localizaciones y los desplazamientos entre ellos, reúnen una gran cantidad de elementos que complican y enriquecen la labor de producción. Destaca entre todo ello el impresionante laboratorio de biología marina en el que trabaja Ruth, la protagonista, y la boda de tema surfero, con espectacular llegada del novio que seguro que dio bastantes quebraderos de cabeza. Y todo ello para lograr una factura muy americana, muy pulcra y definida, poco habitual en el cine español. Un muy buen trabajo para esta comedia atractiva y muy divertida.

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Carlos Bernases por Las brujas de Zugarramurdi

En la primera colaboración de Carlos Bernases, productor de películas como Juana la Loca, La carta esférica o La montaña rusa, el director de producción tuvo que afrontar el que probablemente sea el trabajo más difícil de su carrera. Las películas de Álex de la Iglesia se caracterizan por lo ambicioso de su propuesta visual, e implican siempre mucha dosis de creación y recreación, y el uso de efectos visuales que complican las labores de producción, en este caso con rodaje en localizaciones muy difíciles y la gran cantidad de escenas de acción. Con un presupuesto de 6 millones de euros, y ocho semanas y media de rodaje, datos que sin duda no son corrientes en el cine español, el esfuerzo y el despliegue se nota sobre todo en las escenas rodadas en la Puerta del Sol de Madrid, a las doce de la mañana, con tiroteos y persecuciones policiales en coche, en las del castillo de las brujas, y sobre todo, en la Cueva de los akelarres, en la que tuvieron que montar un decorado y manejar hasta 2.000 personas. Sin duda es una superproducción al nivel de trabajos anteriores de De la Iglesia, como Balada triste de trompeta, y que seguramente se lleve el premio en la noche del 9 de febrero.

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Josep Amorós por Los últimos días 

Amorós, que el año pasado recibió una nominación en esta misma categoría por su trabajo en Blancanieves y que ha trabajado en películas como El maquinista, Tres metros sobre el cielo, Ismael o Combustión, parece estar especializado en obras que requieren un esfuerzo de producción extra. Con un presupuesto bastante amplio, y que seguramente en gran parte se fue en la postproducción, la labor titánica de trasladar la iconografía apocalíptica de calles desiertas, edificios en llamas o en ruinas y caos general que hemos visto en películas estadounidenses a la ciudad de Barcelona requiere una visión de conjunto y una claridad de ideas sobre el resultado final determinantes para llevarlo a cabo. Se agradece ver que la ambición de los profesionales del cine español no se queda en cumplir con los estándares habituales, sino en superarlos.

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Koldo Zuazua por Zipi y Zape y el club de la canica

Productor de otra de las películas importantes en esta edición de los Goya, La herida, y de una película muy marciana dentro del panorama español como es Chaika, Koldo Zuazua es la mano que ha hecho posible que la adaptación al cine de los personajes de tebeo de la infancia de muchos de nosotros. Los traviesos gemelos Zipi y Zape pasan de ser una historieta esquemática y pasan a protagonizar una película de aventuras con  la factura visual de un Harry Potter, lo cual es mucho decir. Rodada entre Guipúzcoa y Hungría, el desarrollo de Zipi y Zape y el club de la canica, que ocupó dos años, con la intención expresa de darle un aire de película de aventuras y descontextualizarla de lo cañí, les puso en el brete de buscar sobre todo un edificio que funcionase como internado decimonónico para no someterse al esfuerzo presupuestario de construirlo como decorado. Esto, el diseño de producción, la integración de los decorados con los escenarios naturales y el trabajo con los niños fueron los aspectos más complejos de la película, y el éxito en ellos la convierte en la candidata que puede, y debería, arrebatarle el Goya en esta categoría a Las brujas de Zugarramurdi.

Ganará: Carlos Bernases por Las brujas de Zugarramurdi
Debería ganar: Koldo Zuazua por Zipi y Zape y el club de la canica