Estamos ante una categoría siempre caprichosa, dada a las sorpresas y, porque no decirlo, a veces de un gusto dudoso. Imposible olvidar que el mismo año en que se premiaba el majestuoso trabajo de David Martí y Montse Ribé por El laberinto del fauno, una de sus compañeras de nominación era la inefable Norbit. Este año sorprendió especialmente la ausencia de Into the Woods con un trabajo vistoso y airado, que suele gustar a la Academia, pero que no llegó a entrar en la lista corta de posibles nominadas. Veamos, por tanto, a las tres afortunadas elegidas.
Bill Corso y Dennis Liddiard por Foxcatcher
Primera nominación para Dennis y tercera para Bill que ya ganara muy merecidamente por la injustamente olvidada Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket. Sería esta la opción más conservadora de las tres nominadas, siguiendo un poco la línea de películas como Dallas Buyers Club, La dama de hierro o, incluso, Frida, alejándonos más en el tiempo. Un trabajo sencillo y muy concreto en una película basada en hechos reales al igual que los tres ejemplos mencionados que terminaron alzándose con la estatuilla. Sin embargo, el mayor alarde se produce en la caracterización de Steve Carell como el perturbado millonario protagonista de la película, que no deja de ser casi una revisión del trabajo realizado en Nicole Kidman en Las horas, es decir, una prótesis en la nariz que transforma las facciones del actor. Trabajo sobrio y comedido que se quedará en la nominación a no ser que quisieran recompensar a una película que parece que se irá de vacío en la noche de los Oscar.
Frances Hannon y Mark Coulier por El gran hotel Budapest
La gran sorpresa de las nominaciones al Oscar fue la gran acogida de la película de Wes Anderson que se alzaría con hasta 9 nominaciones, cuando durante media carrera de premios se pensaba que quedaría fuera por los pelos. Buena cosecha de nominaciones que se pueden traducir en algún que otro premio debido a su cuidada producción y diseño. El trabajo en maquillaje y peluquería es coqueto y juguetón al igual que la película. Si bien su mayor reto fue la increíble transformación de una casi irreconocible Tilda Swinton convertida en una perfecta anciana, no debemos olvidar los pequeños detalles: desde los perfectos bigotes de Ralph Fiennes y Edward Norton, los pelos de Adrien Brody, el mostacho de Bill Murray, la perfecta onda de Jason Schwartzman o la característica marca en la cara de Saoirse Ronan. Al igual que el cuidado estilo de Wes Anderson el trabajo de estos dos profesionales que supondría el segundo Oscar para Coulier tras La dama de hierro.
Elizabeth Yianni-Georgiou y David White por Guardianes de la Galaxia
El fenómeno más sorprendente del año es esta película de superhéroes socarrona y paródica que se ha colado en dos categorías para la noche de los Oscar. Sin duda, el trabajo más aparatoso, algo comúnmente requerido por las películas de ciencia ficción y que en esta ocasión no ha sido menos. Si descartamos aquellos personajes creados directamente por ordenador (no, no han peinado al mapache) y nos olvidamos de la horrible caracterización de Glenn Close; lo que nos queda principalmente es el excelente trabajo de maquillaje realizado en la actriz Zoe Saldana y en el luchador reconvertido en actor Dave Bautista. La una verde, básicamente verde, con un espectacular pelo en color rosa; y el otro gris y lleno de cicatrices en tonos rojos. Dos trabajos laboriosos y costosos que se erigen en los principales méritos de estos dos artistas del maquillaje.
Ganará: El gran hotel Budapest
Debería ganar: El gran hotel Budapest
Molaría que ganara: Guardianes de la Galaxia