Oscatlón 2017: Mejor cortometraje de acción real

La inmigración y la música son los dos temas que sirven de hilo conductor en los cortometrajes que conforman esta categoría, en la que el argelino Sélim Azzazi parte como favorito. Además es la única oportunidad de que un español aterrice con una estatuilla en España.


Ennemis intérieurs, de Sélim Azzazi

Para el editor de sonido francés Sélim Azzazi, Ennemis intérieurs era su primera incursión en el mundo del cortometraje, después de haber trabajado a cargo de la edición de sonido de un buen puñado de largometrajes entre 1999 y este mismo año, y no puede haber empezado su carrera con director con mejor pie que consiguiendo una nominación al Oscar a mejor cortometraje de imagen real. Con este logro, Azzazi ya podría irse contento a casa, pero lejos de eso, este cortometraje sobre un argelino tratando de conseguir la nacionalidad francesa parte como gran favorito de la noche. Azzazi cuenta que, para construir la historia de este cortometraje sobre la identidad nacional y los prejuicios en base al origen, nacionalidad o raza de cada ciudadano, se basó tanto en su propia historia como en la de su padre, construyendo con pulso firme un cortometraje que funciona como un reloj y que toca la fibra de una población muy comprometida con el drama fronterizo que está viviendo gran parte del planeta. Todo juega a favor para que, tal y como se predice, Sélim Azzazi pueda irse a su casa con una estatuilla que puede suponer el principio de una prometedora carrera como realizador. Alan Dameron


Le Femme et le TGV, de Timo von Gunten y Giacun Caduff

El joven realizador suizo Timo von Gunten (1989) firma el cortometraje La femme et le TGV protagonizado por Jane Birkin que aporta a la película el alma que la vertebra: la historia real de una pastelera que todos los días desde hace décadas saluda al tren de alta velocidad desde su ventana. Hasta que un día el maquinista lanza una carta de agradecimiento y lo que era una obsesión rutinaria de pronto se convierte en motivo de ilusión improbable y ganas de volver a vivir. Sin ser una cinta tan brillante como otras en competición, es una historia muy potente que puede ser muy del gusto de una parte de los votantes. Fernando de Luis-Orueta


Silent Nights, de Aske Bang y Kim Magnusson

Uno de los favoritos de la selección de cortos de acción real de este año es el danés Silent Nights, producido por Kim Magnusson, que con esta lleva seis nominaciones en la categoría (se lo ha llevado dos veces: con Election Night en 1999 y con Helium en 2013). Este, dirigido por Aske Bang, trata sobre la relación entre Inger, voluntaria en un centro del Ejército de Salvación, y Kwane, un inmigrante de Ghana, una historia de amor que tiene que superar muchas dificultades, incluso mentiras y errores. La visión no tan buenista de los inmigrantes (Kwane engaña y se aprovecha de Inger, más ingenua y joven) y el pesimismo que sugiere que la amabilidad de los extraños no es suficiente cuando lo que está en juego es la supervivencia pueden funcionar como puntos a favor de un corto de media hora con el lastre de que quiere contar mucho más de lo que el metraje permite y deja al espectador con la sensación de que es un tratamiento para un largo. María Pérez


Sing, de Kristof Deák and Anna Udvardy

Hungría ha conseguido la segunda nominación de su historia, tras más de 50 años, en la categoría de corto de ficción con Sing de Kristóf Deák (1 nominación, 0 premios) y  Anna Udvardy (1 nominación, 0 premios). Un corto que ha tenido un año extraordinario en el circuito de festivales de cortometrajes a lo largo de todo el mundo. El director ha utilizado parte de los recuerdos de su infancia para trasladar a la gran pantalla una historia inspirada en hechos reales. Un cortometraje que narra la historia de dos niñas que se encuentran dentro de uno de los coros más laureados de toda Hungría que pertenece a una escuela infantil. Un relato que comienza de forma amable pero que descubrirá sus verdaderas cartas cuando una de las niñas es apartada del mismo. Entonces, la verdadera naturaleza detrás de la directora del coro será descubierta y la perfecta fachada que muestra la fama del coro se derrumbará. Una interesante apuesta que juega con la inocencia de la infancia y la oscuridad del mundo adulto de forma inteligente. Sin embargo, encontrará su premio en la nominación ante la feroz competencia de este año. Luis Fernández Ferreira


Timecode, de Juanjo Jiménez

Desde que hace dos décadas Juan Carlos Fresnadillo consiguiese la primera nominación a un Oscar para un cortometraje español, Esposados, otros cuatro cortos de imagen real y hasta uno de animación, algunos de directores patrios importantes como Javier Fesser, Nacho Vigalondo y Borja Cobeaga, han acariciado la estatuilla tras ser nominados, pero ninguno se ha hecho con el premio. Este año es el turno de Juanjo Giménez Peña con Timecode, avalado por el Goya al mejor cortometraje y, lo más importante, la Palma de Oro al mejor cortometraje en la última edición del Festival de Cannes. En sus medidos 15 minutos, Timecode nos narra la inusual relación que se establece entre dos encargados de seguridad de un parking, un hombre y una mujer, cada uno con turnos de 12 horas y que sólo se cruzan físicamente cada día durante unos pocos segundos, pero que se comunican y se lanzan mensajes a través de las cámaras de seguridad del edificio. Sin revolucionar nada ni querer romper esquemas, Timecode entronca con la cinta del año La La Land acerca de cómo dos personas aparentemente muy diferentes pueden complementarse, apoyarse y sacar lo mejor el uno del otro. Una historia sencilla, bonita de ver y que saca más de una sonrisa. Esperemos que los académicos sepan ver todos estos valores y decidan premiar con un Oscar por primera vez a un producto español en esta categoría. Samuel Pérez

Ganará: Ennemis intérieurs
Debería ganar: Timecode
Molaría que ganara: Timecode