Oscatlón 2017: Mejor película de lengua extranjera

Tras una votación final  en la que se quedaron fuera tres grandes favoritas de la temporada de premios (Julieta, de Pedro Almodóvar, Elle, de Paul Verhoeven, y Neruda, de Pablo Larraín), las cinco nominadas resultan un quinteto extraño en el que no falta la enésima película sobre la Segunda Guerra Mundial. Puede ocurrir cualquier cosa. Aunque las encuestas no se decantan descaradamente por Toni Erdmann (que ya tiene en marcha el remake en Hollywood, con Jack Nicholson y Kristen Wiig) o El viajante, parece que esta última ha cobrado fuerza en las últimas semanas.


Un hombre llamado Ove, de Hannes Holm (Suecia)

Suecia ha conseguido colocar la cinta Un hombre llamado Ove en la categoría de mejor película extranjera en un año especialmente competitivo donde se quedaron fuera de la categoría muchas de las favoritas. Y no debería extrañarnos: la historia es poderosamente emocional y facilita de forma extraordinaria que se la incluya en las papeletas. El director Hannes Holm nos trae una película con reminiscencias a Gran torino o Sant Vincent. El factor que las une es un hombre mayor cascarrabias y aparentemente anclado en el pasado que finalmente acaba demostrando tener un corazón de oro. Un argumento ya manido que, sin embargo, jugado de la manera adecuada se convierte en un dardo directo al corazón de los espectadores. En este caso el protagonista debe habituarse a la llegada de una nueva familia al vecindario que conllevará el surgimiento de una inesperada amistad. Sí, todo suena a manido, todo está ya visto, pero a  veces solo se necesita recontar una historia mil veces contada de la manera adecuada para volver a ganarse al público. No es innovadora, ni le hace falta. Un hombre llamado Ove, si no hubiera ya una clara favorita, podría dar una sorpresa apelando al voto más emocional.  Luis Fernández


Land of Mine, de Martin Zandvliet (Dinamarca)

Dinamarca, 1945. Al final de la Segunda Guerra Mundial un grupo de soldados alemanes, adolescentes todavía, son obligados por los aliados a permanecer en la costa occidental del país para retirar y desactivar las minas antipersona escondidas en la arena por el ejército nazi. Se trata del tercer largo de ficción del danés Martin Zandvliet (primera nominación), que en Land of Mine: Bajo la arena aborda un episodio poco conocido del mayor conflicto bélico del siglo XX. Al contrario de lo que sucede en otras películas de este corte, aquí no hallamos buenos ni malos, víctimas ni verdugos. Tampoco incide Zandvliet en el drama de esos soldados que ven morir a sus compañeros mientras se acuerdan de sus madres. Su cámara muestra la crudeza de la guerra y los efectos que causa en las personas. Land of Mine, premiada por el público en el Festival de Gijón en 2015, tiene grandes interpretaciones y una factura impecable. Habla de un tema que nunca hay que dejar de tratar en el cine, viste mucho, pero no suena a ganadora. Bernardo Pajares


Tanna, de Martin Butler y Bentley Dean (Australia)

Los documentalistas Bentley Dean y Martin Butler han conseguido, gracias a Tanna, su primera nominación al Oscar, así como la primera nominación al Oscar de habla no inglesa para su país, Australia, un hito que ha tardado tanto en llegar al darse el caso de que la mayor parte de producciones cinematográficas que se ruedan en Australia, se hacen en inglés. Australia había conseguido colar una de sus películas en la selección de esta categoría una vez antes de esta nominación, en 2009, gracias a Samson and Delilah, que también cuenta la historia de dos aborígenes, pero no ha sido hasta Tanna que han logrado estar presentes en las cinco finalistas definitivas al Oscar. Tanna cuenta una de las historias más universales que existen, la de dos jóvenes enamorados que desafían las normas para poder estar juntos, desde Romeo y Julieta a Titanic, pasando por una cifra ingente de títulos, esta eterna historia de amor imposible ha demostrado ser una fórmula infalible para empatizar con el gran público. Sin embargo, Tanna es una película diminuta, casi un experimento, rodada con actores no profesionales en la isla de Vanuatu -es la primera película que se rueda completa en este país- y en el idioma de la tribu aborigen que protagoniza la película, el nauvhal. Tanna ha conseguido estar presente en la categoría gracias a la belleza y el naturalismo de su narración, afrontando este drama romántico que podría resultar incomprensible a todo aquel que finalmente se sumerja en la película. Lo difícil es que esta pequeña cinta pueda competir con títulos como Toni Erdmann o El viajante, por lo que parece que estar nominada será su último logro. Alan Dameron


El viajante, de Asghar Farhadi (Irán)

La película El viajante tiene tres puntos muy a su favor en este intrigante quinteto de nominadas. En primer lugar, su director Ashgar Farhadi no es un desconocido en Hollywood. En 2011, su magistral Una separación estuvo nominada y ganó el Oscar de esta misma categoría, y además él estuvo nominado en la de mejor guión original. En segundo lugar, esta película toma como referencia una obra fundamental en la dramaturgia estadounidense del siglo XX, Muerte de un viajante de Arthur Miller, algo que seguramente conectará con gran parte de los académicos. Y en tercer lugar, y casi como punto más importante, a El viajante la campaña de los Oscars se la ha hecho involuntariamente Trump. El veto a los ciudadanos iraníes junto a otras nacionalidades, la negativa de su protagonista Taraneh Alidoosti de acudir a la ceremonia de los Oscar como protesta a las restricciones y la politización de la carrera de premios con manifestaciones anti-Trump en todas las ceremonias son sin duda motivos suficientes para pensar que el domingo que viene Farhadi podría llevarse su segundo Oscar a Irán. Dejando los motivos extracinematográficos a un lado, El viajante sigue la corriente de algunos filmes europeos iniciada por cineastas como Haneke en la que una familia o unas personas de clase media ven alterada su acomodada vida por un suceso traumático. En este caso, un profesor y una ama de casa que además pertenecen a un grupo de teatro que está ensayando Muerte de un viajante tienen que mudarse temporalmente a un apartamento en el que antes vivía una prostituta que recibía visitas a horas intempestivas. Una noche en la que la mujer se encuentra sola, ella abre la puerta pensando que quien llama es su marido, pero no lo es. Farhadi yuxtapone los ensayos de la obra, un mundo cerrado y ordenado, con las escenas de la vida del matrimonio, de un realismo más crudo y caótico, estableciendo un paralelismo interesante entre Willy Loman y el profesor Emad. El resultado es una película menos lograda que Una separación, pero también mucho más compleja y ambiciosa, y con una dosis de comedia que la hace muy disfrutable. María Pérez


Toni Erdmann, de Maren Ade (Alemania)

Tras una temporada de premios que ha colocado como imbatible a la alemana Toni Erdmann, la película de Maren Ade llega a los Oscars con la certeza de sus posibilidades de triunfo, despejadas tras quedar el maestro Paul Verhoeven y su Elle fuera de competición. Aunque en las últimas semanas, El viajante le está haciendo competencia fuerte, Toni Erdmann tiene madera de ganadora: su inexplicable y surrealista propuesta encierra, en una superficie hilarante, incómoda y divertidísima, un poso profundo, serio, incluso amargo, de las complicaciones que conlleva ser padre en la vida moderna. Una profunda reflexión en dos direcciones que tiene su mayor baza en un guión atípico, original, divertido, lleno de momentos para el recuerdo y con unos actores en estado de gracia. Probablemente Alemania pierda el tren, y es una pena, porque el cine alemán no se prodiga demasiado en las carreras de premios; pero si que puede contar con haber robado el corazón cinéfilo de muchos espectadores a lo largo del año. Aun así… no hay nada claro hasta que este próximo domingo se abra el sobre que contiene al ganador. Pablo López

Ganará: El viajante
Debería ganar: Toni Erdmann
Molaría que ganara: Toni Erdmann