Álvaro Fernández Armero vuelve a subirse al tren

Amenazador. Así nos recibió el cielo de Valdeprados, un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, el día en que la prensa visitó  el rodaje de Las ovejas no pierden el tren, una comedia generacional sobre las expectativas producida por Morena Films.

Un buen plan de rodaje se tiene que adaptar a las inclemencias meteorológicas. Por eso el director y guionista Álvaro Fernández Armero (Nada en la nevera) decidió cancelar el picnic campestre que planeaba organizar la pareja formada por Raúl Arévalo e Inma Cuesta y sustituirlo por una escena en interior en la que ella y su madre, Kiti Mánver, mencionan el mal tiempo.

Kiti-Manver-Inma Cuesta-Rodaje

“Hago de una madre egoistona y un poco loca que vive por encima de sus posibilidades”, contaba durante la comida la veterana actriz, que repite con Armero después de Brujas. “Ahora se abaratan más los costes, se ensaya y se planifica antes de rodar más que hace unos años”. Feliz por su reciente nominación al Max, Mánver se reía al preguntarle si descarta guiones en los que le piden repetir papeles parecidos a otros que ha hecho antes. “Cuando era más jovencita sí me escaqueaba de hacer personajes de piñón fijo, como yo digo, que me hubieran venido muy bien de perras; ¡ahora no puedo descartar guiones porque no los hay!”

Álvaro Fernández Armero, volcado en la televisión desde que dirigiera la comedia futbolera Salir pitando en 2007, vuelve al género en un momento de auge con el abrumador éxito de Emilio Martínez Lázaro. “Todavía no he visto 8 apellidos vascos pero me alegro de que la gente vaya al cine a verla. Es su año dorado, se están haciendo muy buenas comedias que incluso ganan Goyas, una posibilidad que nunca había estado en mi cabeza haciendo comedia”, confesaba justo antes de que irrumpiese en la sala Candela Peña, collar de colores, pulseras doradas y pantalones de campana: “¡Madre mía, Álvaro, la que tienes ahí liada! ¿Qué te han preguntado?”. Y aprovechamos para preguntarle a ella por las expectativas, a veces no cumplidas, de las que habla la película. “Te garantizo que es mejor vivir sin ellas porque la vida ya te depara cosas buenas y cosas malas. Yo quería ser muy alta, muy guapa y modelo… y mira, soy actriz”.

Inma Cuesta_Candela Peña

A medio camino entre la Candela-actriz y su personaje, continúa mientras abraza a Inma Cuesta y al director: «Estoy encantada con mi reentrée. Una vez leí que me ponían de redondita graciosa y me dije: se acabó. Me propuse adelgazar y dejar de hacer comedia, pero aquí me tienes: me he vuelto a estofar y vuelvo a la comedia”. Cuesta, su hermana pequeña en la película, se queda en el género que probó en  Tres bodas de más. «Yo hago lo que me echen, me lo bandeo como puedo. Aquí yo soy la centrada de la familia y ella es la extrema”. Quizá por eso sonríe y deja que Candela Peña continúe con las bromas antes de incorporarse de nuevo al set.

¿La comida del rodaje? “Ese es un tema del que no podemos hablar porque además es que Inma es muy problemática con el tema de la comida porque no come nada de origen animal, es vegana”.

También Alberto San Juan dedicó unos minutos para atender a la prensa. «La crisis es un paisaje de fondo pero la película es una reflexión sobre la vida. Mi personaje se siente en el vacío porque todo lo que parecía sólido en su vida ha cambiado: se ha separado, no se siente cómodo con sus padres, ha perdido su trabajo… Juan huye hacia adelante», termina. Y en esa huida se encuentra con el personaje de Irene Escolar, una alocada periodista en paro 20 años más joven que él. «Me embarqué en este proyecto porque confiaba mucho en Alberto, lo admiraba desde sus trabajos en teatro con Animalario. Verlos improvisar a él y sobre todo a Candela es divertidísimo, a veces el equipo se tiene que tapar la boca para no estropear la toma».

irene-escolar-alberto-san-juan-ovejas

Un rodaje siempre conlleva esperas y repeticiones, pero en este caso lo que más les ha costado sobrellevar a los actores ha sido el frío, porque aunque la trama transcurre en mayo llevan rodando desde enero entre Gran Canaria, Madrid y Segovia. «¡Lo peor es cuando vas con un vestidito y te tiembla la boca porque casi no puedes hablar!». Raúl Arévalo la secunda: «Las dos últimas semanas han sido las más duras, pero trabajar con estos compañeros lo compensa, sobre todo después del corte», sonríe.

Arévalo interpreta a un escritor que conoció las mieles del éxito con su primera novela pero no ha vuelto a conseguirlo, así que decide irse a vivir al pueblo -de 80 habitantes- con su pareja y su hijo. «Se va por decisión de ella, porque Alberto es muy urbanita y no le gusta nada el campo ni las cacas de oveja, pero le va a tocar hacer de pastor». ¿Qué tren no perdería Raúl Arévalo? «El de aprender francés, porque con el inglés me deprimí al volver de rodar en Nueva York La vida inesperada. Lo que digo en la película lo tuve que memorizar de oído».

El equipo de Las ovejas no pierden el tren cerró su estancia en Valdeprados el pasado viernes. Comienza la fase de montaje para una película cuyo mensaje, en boca de su director, sería: «No seas como una oveja, no te angusties si pasa el tren y no lo coges”.