Muestra Syfy

9ª muestra Syfy: El apocalipsis Vigalondo

La segunda sesión de la 9ª Muestra Syfy se compuso de cuatro películas de género variado que, salvo en el caso de Hell, tuvieron como denominador común un ingrediente inesperado en un festival normal de cine de ciencia ficción, terror y fantástico, pero que es habitual en este: el sentido del humor del público. La alemana Hell, la vampírica Stake Land, la gore Hobo with a shotgun y la sección Trash entre amigos formó una jornada que no decepcionó.

La propuesta alemana producida por el mayor aficionado al fin del mundo, Rolando Emmerich, llegaba a la muestra Syfy tras su paso por Sitges y supuso una propuesta dura de asimilar como primer plato de la tarde. Fotografía saturada pos apocalíptica, rimo lento y tedioso así como una historia carente de originalidad conforman una cinta correcta en su forma y en su fondo pero que no arriesga y no propone nada nuevo en un genero en el que o se juega con la propuesta o se corre el riesgo de caer en el tedio de una historia como todas. Esta Hell esta a medio camino entre las dos orillas, y termina quedándose en tierra de nadie.

La única apuesta por el género vampírico de esta edición de la muestra ha llegado de la mano del director Jim Mickle con el segundo largometraje de su carrera, que ha conquistado al público gracias a una propuesta no demasiado original pero con muchísima personalidad. Stake Land se centra en la historia de un cazador de vampiros que adiestra a un joven al más puro estilo Karate Kid tras salvarlo de las garras de los chupasangres que asesinaron a su familia. Y lo hace jugando muy acertadamente con los límites entre géneros y con las sensaciones que provoca en el espectador. Consigue saltar de la acción a la comedia, paseándose por el terror y regocijándose en lo más clásico del gore, y todo sin tomarse demasiado en serio a sí misma en ningún momento, lo cual es probablemente el mayor acierto de la cinta. A todo esto hay que sumarle un elenco más que acertado, con unos Nick Damici y Connor Paolo que resultan perfectos en sus papeles de maestro y aprendiz y una serie de personajes secundarios muy interesantes. No es ninguna sorpresa que con estos ingredientes los asistentes a la proyección hayan llenado la sala de carcajadas y aplausos en varias ocasiones.

Leticia Dolera, anfitriona y musa de esta Muestra, introdujo la siguiente película en el programa hablando de sus dos atractivos principales: Rutger Hauer, que a sus 67 años lleva un ritmo endiablado ‑con once películas rodadas este año‑, y el hecho de que Hobo with a shotgun surgiera de los falsos trailers de Grindhouse (al igual que Machete). Y eso es lo que se debe esperar de ella. La historia de un vagabundo sin nombre que llega a una ciudad dominada por un mafioso sin escrúpulos que tiene a sus mismos hijos como sicarios y que campan a sus anchas torturando, masacrando y violando a los que se cruzan su camino, hasta que les planta cara ese vagabundo convertido en justiciero, no tendría mayor gancho si no fuera porque se convierte en una cinta de género, al más puro estilo Troma con homenajes a John Waters, y consciente de su escasez de recursos pero que se regodea en la exageración y la caricaturización de los villanos, con momentos que pasan del kitsch al gore, hizo las delicias de un público entregado que estuvo aplaudiendo y riendo durante toda la proyección.

Tras una espera algo más larga de lo deseable –considerando el frío que hacía en la calle a esas horas de la madrugada‑, la sesión de ayer viernes cerró con un clásico de este festival, que es la sección Trash entre amigos. El director Nacho Vigalondo, acompañado de Raúl Minchinela, Señor Ausente y Rubén Lardín, presentaron y comentaron la proyección de una película de esas que suelen relegarse a la sobremesa de los fines de semana para favorecer las siestas profundas. El descubrimiento de unos restos arqueológicos que activan una cadena de desastres naturales relacionados con el electromagnetismo (no sé si tenía mucho sentido lo que se contaba en la película), mezclado con unos efectos de postproducción de risa fue glosado con los comentarios más ácidos, irreverentes, graciosos, ridículos e inteligentes que se convirtieron en el verdadero espectáculo. Un buen broche final a una tarde de más risas que sustos.