Festival de Málaga 2009

‘Agallas’: un ‘narcothriller’ bien armado

El tercer día de competición en el Festival de Málaga ha servido la primera alegría. Sin ser, desde luego, una película redonda Agallas, de Samuel Martín Mateos y Andrés Luque Pérez, es un buen thriller ambientado en el nacotráfico gallego gracias a la brillante interpretación de Carmelo Gómez y, sobre todo, a un guión que funciona como un reloj. En cambio, Un buen hombre, segundo largometraje de Juan Martínez Moreno, es una buena idea de cine negro que acaba depeñándose hacia el ridículo.

Carlos Sante, Hugo Silva y Carmelo GómezEn el primer caso, quizá lo menos valioso de la cinta sea la realización, que resulta plana, incluso vulgar. Pero Agallas tiene un guión tan bien armado que aguanta los déficits de sus directores. Arranca con un joven ratero de Madrid (Hugo Silva) que acaba de salir de la cárcel y que acaba en la costa de Galicia, literlamente, de un mamporro. Allí hace lo imposible por entrar en el negocio de un potentado narcotraficante (Carmelo Gómez): desde enrolarse en una conservera hasta asesinar a quien cree necesario. No diremos nada más porque la trama pega varios golpes de timón totalmente inesperados y que, sin embargo, resultan en todo momento creíbles y adecuados. El único reparo grave que se le puede hacer a su estructura es el relevo en el protagonismo, quee pasa Silva a Gómez para desconcierto del espectador.

El trabajo de Hugo Silva es esforzado, aunque nunca llega a convertirse en ese tipo cutre y amoral que debería ser. En cambio, Carmelo Gómez da otra de sus lecciones de genio, incorporando a un ser maquiavélico y casi sin corazón. Y decimos casi porque esa rendijilla de humanidad resulta, a la postre, su perdición. Los secundarios resultan muy efectivos, en particular Carlos Sante en el papel de un servil matón que se sabe amenzado por la llegada del nuevo recluta.

Es curioso que los programadores del Festival hayan querido agrupar en la misma jornada dos películas que transcurren en Galicia y que hacen del asesinato parter fundamental de su trama. Y resulta particularmente chocante porque la fortaleza de la primera es la principal debilidad de la segunda: el guión de Un buen hombre, escrito por el propio director, Juan Martínez Moreno, es de una ambición desmedida. Y como tal, un fracaso garantizado. Su argumento viene a ser el resultado de un hipotético encuentro entre Yo confieso y La ventana indiscreta: un profesor de Derecho, predicador de la recta moral, el imperio de la ley y de profundas convicciones religiosas (Tristán Ulloa), ve desde un ventanal cómo su mentor (Emilio Gutiérrez Caba) asesina a golpes a su mujer y decide guardar silencio.

He aquí el pecado original del filme: el espectador nunca llega a comprender porqué un hombre con una conciencia tan estricta no denuncia el crimen. Se insinúa que lo hace por amistad, pero nosotros sólo hemos visto la típica cena entre compañeros de trabajo; luego se le acusa de trepa, aunque en ningún momento actúa como tal. A partir de ahí, el desarrollo de la historia se va separando del camino lógico y empieza poco a desbarrar. Cuando alcanza el segundo tercio de la cinta los acontecimientos y los diálogos caen ya en el ridículo y una parte del público y la prensa presentes en la proyección no pudieron contener las risas.

Y es una lástima porque la película tiene buenas cualidades como una producción muy cuidada y, sobre todo, un buen trabajo actoral: Tristán Ulloa resulta un jurista de lo más creíble, con un aspecto de hombre conservador y gris que le va inesperadamente bien; Gutiérrez Caba logra que su papel de asesino justo resulte auténtico, a pesar de que el texto no se lo ponía fácil; y Nathalie Poza añade a su rol de amante esposa del protagonista un buen puñado de aristas que dotan de interés extra sus intervenciones.

En cualquier caso, reuslta evidente que Un buen hombre es la película de un director-guionista con demasiado cine negro en su retina que no ha sabido destilar sus referencias para hacer a partir de ellas algo nuevo o interesante. Al contrario, la cinta es un refrito recalentado de preguntas mil veces planteadas y situaciones muchas veces filmadas y casi siempre mejor.

[En la fotografía: Carlos Sante, Hugo Silva y Carmelo Gómez. (Foto, Pablo López)]