'Argo' y 'Blancanieves' deslumbran en San Sebastián

‘Argo’ y ‘Blancanieves’ deslumbran en San Sebastián

'Argo' y 'Blancanieves' deslumbran en San Sebastián

La segunda jornada del Festival de San Sebastián ha resultado extraodinaria con la presentación en su sección oficial de dos títulos extraordinarios. Ben Affleck ha presentado Argo, su tercera película como director, en la que se confirma como un realizador de inmenso talento. Un thriller arrollador que ha levantado numerosos aplausos en cada pase. Además, se ha proyectado la versión de Blancanieves de Pablo Berger, un bellísimo poema musical en blanco y negro.

Mucho se ha hablado de Argo, la tercera película de Ben Affleck como director en los últimos meses. Primero fue por el hecho de que sus dos cintas anteriores, Adiós pequeña, adiós y The Town. Ciudad de ladrones habían resultado más que solventes. Se intuía en ambas que Affleck no sólo conocía los rudimentos de la narrativa cinematográfica sino que tenía sensibilidad para recrear el drama y talento para construir el thriller.

Más recientemente, Argo ha ocupado muchos titulares de la prensa, sobre todo anglosajona, por su fenomenal acogida en el Festival de Toronto, pieza clave en los últimos años en la competición por los grandes premios del año. Y, a pesar de que en el último minuto se le escapara el premio del público a favor de Silver Linings Playbook, la cinta de Affleck ha elevado su perfil de oscarizable al de favorita.

Con semejante listón ha llegado hoy al Festival de San Sebastián, en sección oficial pero desgraciadamente fuera de concurso. Desgraciadamente porque así no habrá ocasión de quejarse cuando no figure en el palmarés final, dado lo poco que gustan los thrillers a los jurados internacionales. Recordemos el fiasco que supuso que El secreto de sus ojos se marchara de vacío de este mismo certamen.

Argo es, sin duda, una de las mejores películas de este género de los últimos tiempos, con una construcción impecable, un crescendo constante sobre una historia de partida fascinante. Seis trabajadores de la Embajada de EE UU en Teherán logran escapar cuando los milicianos toman el recinto en 1980. Canadá les da cobijo en su legación, pero no hay forma de sacarles de Irán sin que sean detenidos y, posiblemente, fusilados acusados de espionaje. Un experto de la CIA ofrece un plan tan exótico como, asegura, infalible: hacerles pasar por cineastas que buscan localizaciones para una película espacial. Por si fuera poco, la historia es real y había permanecido secreta hasta 1997.

A diferencia de sus cintas anteriores, esta vez el guión no es del propio Affleck sino del debutante Chris Terrio. Que un primer guión –al menos un primer guión producido, desconocemos si ha habido intentos frustrados anteriores- están bien bien armando, con una dosificación de la información ejemplar y un dibujo de personajes preciso es admirable. Pero en manos de Affleck crece hasta convertirse en una película casi perfecta. Ciertamente recuerda en algo a Munich, aunque en el guión de la cinta de Spielberg Tony Kushner había un análisis político y humano de gran calado.

Tan sólo se le pueden sacar dos defectos a Argo: una innecesaria secuencia inicial donde una mecánica voz en off pone el contextos histórico y unas cuantas pinceladas de dramita familiar entorno al protagonista –que interpreta el propio Affleck- que más que aportar restan y que salpica la secuencia final.

Por lo demás, de Argo sólo se pueden decir cosas buenas. La construcción de la tensión es tan impecable que en los pocos momentos de alivio puede sentirse el respiro al unísono de toda la sala. Incluso, en el pase de las 12 de la mañana, hubo aplausos espontáneos al alcanzar el clímax de la narración. Todos los actores están sobresalientes, con mención especial para la pareja de John Goodman y Alan Arkin, con dos personajes socarrones y fascinantes.

¿No le parece que es una película amable con el Gobierno de EE UU y la CIA, cuyos métodos son tan discutibles?, se le ha preguntado en la rueda de prensa posterior. “No todo lo que hace EEUU es pernicioso”, responde. “Que alguien se juegue el tipo por otras personas demuestra mucha humanidad y heroísmo. Por eso me gusta Renoir, por el humanismo que hay en sus películas». Una respuesta que no sólo explica el tono de la película sino por qué Affleck se está convirtiendo en tan sabio director.

'Argo' y 'Blancanieves' deslumbran en San SebastiánLa segunda película del día ha sido la tercera versión en este mismo año del cuento de Blancanieves.. El director bilbaíno Pablo Berger juega en casa con esta una adaptación libre del relato de los hermanos Grimm ambientada en el sur de España durante los años 20. Aquí el fondo sigue siendo el mismo, pero lo original y valiente es completar el mito ya conocido y adornarlo con el universo castizo y taurino del sur de España de primeros de siglo.

Esta Blancanieves está dotada de una imaginería directamente heredera del cine mudo europeo, a nivel formal, a y sobre todo a nivel estético son muy importantes el cine francés de principios de siglo o el expresionismo alemán, así como es de vital importancia en la cinta la apabullante y bellísima banda sonora que termina de completar el universo que Berger ha creado para enmarcar a la inocente jovencita que debe cuidar de los enanos.

Una jovencita que tiene el rostro de Macarena García, todo un descubrimiento para la cinta, junto a una Maribel Verdú que deja patente que se siente cómodísima dentro de su papel a la vez que se divierte interpretando a la mala malísima del cuento. En definitiva, una inusitada propuesta española competición en el festival que no sorprendería que acabara formando parte del palmarés.