El palmarés del Festival de Cannes ha supuesto el primer espaldarazo
oficial a las aspiraciones de Benicio del Toro por su personificación
del Che
en la película de Steven Soderbergh al obtener el premio al mejor
actor. Poca novedad. Lo que sí sorprende, en cambio, es la ausencia de
Clint Eastwood entre los galardonados, pese a que su película Changeling ha sido una de las más aplaudidas. Tampoco ha habido mención para el Blindness de Fernando Meirelles, aunque su fría acogida no hacía esperar otra cosa.
Benicio del Toro, que ya ganó el Oscar al mejor actor de reparto por Traffic, también dirigida por Soderbergh, es pues el primer favorito oficial para los premios de este año. Aunque es muy conveniente resaltar que en Cannes el proyecto sobre el Che se ha presentado como una única película de 4 horas de duración mientras que a los cines, y por ello a los Oscar, llegará como dos largometrajes diferentes. ¿Por cuál de los dos competirá Del Toro? ¿Sufrirá la habitual división de votos?
Otro que puede ser víctima del doblete es Clint Eastwood, que estrena además del Changeling con el que que ha competido en Cannes, otra titulada Gran Torino. De momento, sus opciones con la primera han quedado congeladas al no figurar entre las premiadas en La Croisette. La decisión del jurado es doblemente sorprendente: primero, por haber sido una de las cintas con mejor acogida del certamen; y segundo, por ser el presidente del jurado Sean Penn, protagonista de una de sus mejor películas, Mystic River. De todas formas, la falta de galardón no va a ser un problema insuperable para la película dada la relativa poca atención que se presta de EE UU a los festivales europeos, pero sí es cierto que un gran premio en Cannes es una buena plataforma de lanzamiento con la que Eastwood ya no podrá contar.
Al que se le ha puesto peor es a Fernando Meirelles, cuya Blindness necesitaba del espaldarazo de la crítica para certificar la calidad de su delicada apuesta. Llevar al cine a la que quizá sea la obra más importante de un premio Nobel, Jose Saramago, es siempre arriesgado. Y si, como en este caso, la narración excede de los límites del realismo, la empresa se convierte en una misión suicida. Le queda, por tanto, a Blindness la difícil tarea de convencer a la crítica estadounidense de que la frialdad de sus colegas de Cannes ha sido un lapsus. Y su principal baza para ello se llama Juilanne Moore, una actriz a la que se le debe un Oscar desde hace demasiado tiempo.