Día de conflictos en el Festival de San Sebastián

Día de conflictos en el Festival de San Sebastián

Día de conflictos en el Festival de San Sebastián

En pleno meridiano del Festival de San Sebastián, cuando las fuerzas ya renquean después de un arranque potentísimo, la sección oficial ha proyectado hoy nada menos que tres películas a concurso, y las tres sobre sendos episodios vergonzosos de nuestro tiempo: el Holocausto, la matanza en la antigua Yugoslavia y el enquistado conflicto en riente Próxomo.. Sólo la libanesa El atentado ha resultado estimulante porque la austriaca Die Lebenden es un auténtico tostón y la italiana Volver a nacer, con Penélope Cruz de protagonista, un despropósito.

Empecemos por esta última. El actor y director italiano Sergio Castellito ha presentado hoy su nueva película como realizador, Volver a nacer, en la que la española Penélope Cruz es protagonista absoluta. La vida de una madre que regresa a Sarajevo con su hijo 16 años después de que éste naciera en pleno conflicto es el punto de partida de una cinta con una interesantísima y potente historia en el trasfondo que se pierde en la propuesta por la histérica y deslavazada puesta en escena del italiano.

Una colección de excesos narrativos e interpretativos se sucede a lo largo de la película en detrimento de la historia. Castellito fracasa estrepitosamente en el uso de la elipsis y más aún en el retrato del contexto. Si “yo soy yo y mis circunstancias” es una máxima fácil de aceptar, con más razón las circunstancias pesan cuando son una barbarie con los dos años del cerco a Sarajevo. Sin embargo, en Volver a nacer nadie pronuncia las palabras “bosnio”, “serbio” o “croata” en sus más de dos horas de duración. De esta forma, el argumento acaba por ser mera anécdota frente a los aspavientos y mohínes de una Penélope Cruz desbocada y mal maquillada, pero que curiosamente, dentro de lo que es la película, brilla en su papel.

En la primera proyección sólo para prensa se escucharon risotadas en momentos presuntamente dramáticos y pataleos al finalizar la proyección. Comprensible. La película deja un regusto de decepción en el espectador, y la idea de que la potente premisa no ha sido explotada en todo su potencial, como si hacía, por ejemplo, Incendies, de Denis Villeneuve, que trataba un tema con alguna similitud.

Día de conflictos en el Festival de San SebastiánEn cambio, El atentado, del libanés Ziad Doueiri, ha encontrado un nuevo ángulo para asomarse a un conflicto tan sobado –cinematográficamente y no- entre israelíes y palestinos. Nos presenta a un cirujano de origen palestino que ejerce con gran éxito en un hospital de Tel Aviv en momento mismo en que recibe el premio médico más importante de Israel. Pocas horas más tarde un atentado suicida mata a una docena personas, la mayoría niños. La sorpresa es mayúscula cuando se recupera parte del cuerpo de la terrorista suicida y resulta ser la mujer del doctor. Confundido e incrédulo, comienza un viaje para descubrir qué ha ocurrido.

Quizá El ataque no sea la película más impecable de este certamen desde el punto de vista de la técnica cinematográfica. La narración avanza a trompicones y el final es discutible. Sin embargo, desde luego es una de las miradas más interesantes al mundo que nos ha tocado vivir, aunque sea sólo a una pequeña parte de él. Su planteamiento elimina las certezas e invita a navegar por un mar agitado y oscuro. Ojalá pesque algún premio.

Día de conflictos en el Festival de San SebastiánLa tercera cinta del día ha sido Die Lebenden,de la austriaca Barbara Albert. La cinta nace de la comprensible necesidad del pueblo alemán –y este caso también austríaca- de comprender su pasado cercano. Hasta hace poco eran los hijos de los nazis, filonazis o de los que miraron para otro lado, los que tenían que hacer la digestión. Ahora ya son los nietos los que hacen preguntas y, muchas veces, los que rompen el sepulcral silencio sobre quiénes son sus abuelos.

Es imposible plantear esta cuestión y no acordarse de la abismal El lector, en la que vivíamos primero una historia de amor romántico y adolescente para descubrir después que aquella mujer era lo más parecido al demonio que podamos imaginar: una celadora de Auschwitz.

En Die Lebenden la protagonista se enfrenta a algo muy similar al saber que su abuelo vigilaba a los presos del campo de exterminio, lo cual seguramente fuera e más confesable de sus trabajos en Auschwitz. Pero el retrato de esta chica es frío, plano, sin matices, sin emoción. Confunde tener n estilo poco encorsetado con filmar una película sucia, con planos absurdamente feos, mal medidos, vacíos. Por no mencionar el plano metafórico: nada menos que una enfermedad consistente en tener agujeros en el corazón.

Las razones que han llevado al comité de selección del Festival a incluir una cinta tan plana y burda en su sección oficial nos resultan incomprensibles. Una pena que la jornada haya resultado más bien deslucida en un año que está resultando notable.