Hugo Silva salva del naufragio a ‘Dioses y perros’

Muy desafortunado el paso del ecuador de este Festival de Málaga. La gallega O ouro do tempo es un fallido intento de cine de autor que hace aguas por todos lados. Más llevadera es Dioses y perros, en la que Hugo Silva protagoniza la vida de un sparring mil veces vista que se estrella en su parte final.

Xavier Bermúdez parte de una idea magnífica en O ouro do tempo: un hombre mantiene a su mujer criogenizada en un arcón frigorífico en su propia casa en espera de que el paso de los años pueda llegar a proporcionar la forma de devolverla a la vida. Mientras tanto, reflexiona, filosofa y dilucida sobre la vida y el paso del tiempo.  Un tono, un lenguaje y una forma de narrar que poco corresponde con esta historia de ciencia ficción barata en la que tampoco brillan los elementos de los que dispone: un reparto poco atinado y un poco brío en la planificación sacan muy poco partido de un entorno inigualable y una historia potente que pierde la oportunidad de ofrecer la reflexión que ambiciona.

La segunda película del día de la sección oficial fue Dioses y perros, protagonizada por Hugo Silva, Megan Montaner, Juan Codina, Enrique Arce y Elio González. En ella, Hugo silva encarna a Pasca un exboxeador que ejerce de sparring para sacar adelante su vida y la de su hermano minusválido. Pasca vive en el barrio madrileño de Vallecas donde, además de ayudar a su hermano, tiene que lidiar con un amigo alcohólico y con la irrupción de una joven profesora en su vida. David Marqués dirige y coescribe esta manida historia que naufraga en sus intenciones dramáticas y de cine social.

Sin embargo, hay en Dioses y perros cosas interesantes en la cinta de Marqués, cosas que, sin salvar la película, hacen que nos demos cuenta de que si el enfoque hubiese sido otro el resultado habría mejorado de forma considerable. Las relaciones entre los personajes, especialmente de los personajes de Hugo Silva y Elio González, son lo mejor en una película en la que la poca sofisticación de su dirección, su fotografía y su música la vuelven olvidable y prescindible.

Ni su propuesta dramática ni sus intentos de darle un tono de crítica social convencen en esta cinta que, enfocada de otra forma, podría haber originado una propuesta interesante aunque partiese de una historia convencional.