Cuando un Festival de Cine arranca con una película a la que nadie
reprocharía ver en el palmarés final, cabe esperar mucho de ese
certamen. Es lo que ocurrió ayer en San Sebastián con {ln:Promesas del este}, la nueva cinta de David Cronenberg que ayer recibió una merecidísima larga ovación al término de la inauguración del Festival.
La película, una nueva entrega violentísima tras Una historia de violencia, se sumerge entre las ratas de la mafia rusa de Londres sin escatimar un de degüello pero con la precisión y complejidad que sólo son posibles cuando se reúne un guión irreprochable y un director de tanto talento. Viggo Mortensen, presente en el Festival, ha construido el personaje de chófer, enterrador y alguna cosa más absolutmanete inquietante a la vez hipnótico. Pero nada sería sin la réplica de una de las actrices que con cada película demuestra más que es una de las grandes, Naomi Watts.
Fuera de concurso también se proyectó ayer 4 meses, 3 semanas y 2 días, la cinta ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Nada que objetar a ese premio. La película cuenta un retazo de dos vidas, la de una estudiente que quiere abortar ilegalmente en la Rumania comunista y la de la amiga que le ayuda. Crisitan Mungiu no recuerre a efectismos ni giros melodramáticos. El relato es tan poderoso que no necesita nada de ello y Mungiu, consciente de ello, ha desnudado la narración hasta convertirla en un trozo de vida. Un película inolvidable.