'Walk Up'

‘Walk Up’, de Hong Sang-soo: vino para los muy alcohólicos

'Walk Up'
Tediosa
Una entrega más de Hong Sang-soo para sus acólitos
1.5

Hong Sang-soo es uno de los grandes nombres del cine oriental contemporáneo. Su peculiar estilo produce siempre en un primer visionado cierto desconcierto que en muchas ocasiones se traduce en tedio, aunque tiene una legión de fans que sí han entrado en su mundo. Walk Up, la aportación del director coreano a la Sección Oficial de esta 70ª edición de Zinemaldia, se inscribe a fondo en ese estilo, y deleitará a sus defensores tanto como aburrirá a sus detractores.

Un director de cine de éxito acude con su hija a visitar a una antigua amiga interiorista que posee un edificio entero con la intención de que la acoja como aprendiz. En el edificio hay un restaurante, que es donde comen, y que lleva una joven chef. También tiene un piso en alquiler, un ático, que es donde vive ella, y un sótano que usa como taller y refugio para descansar.

Rodada en un rutinario blanco y negro con recursos de cámara como zooms rústicos o travellings atropellados, rasgos de estilo de su cine, la película plantea una serie de cuadros reiterativos que básicamente consisten en conversaciones entre los diferentes personajes y que se sitúan en una línea temporal que va dando saltos continuamente. En ella Hong integra los temas que recorren sus anteriores películas, como la creación artística, la recepción del público o el amor, con litros de vino y soju corriendo por las venas de los personajes, cuyos escenarios van cambiando entre los diferentes pisos del edificio en cada elipsis. Precisamente la principal pega de Walk Up son los personajes que la pueblan, profundamente antipáticos y sobre todo el protagonista.

El resultado no va a convencer a los que no entran a la sala de cine siendo devotos admiradores, pero sin duda satisfará a estos últimos.