Mientras duermes

Tosar vuelve a ser carne de Goya

Mientras duermesLuis Tosar podría aspirar a su sexta nominación a un Goya por su espléndida labor en el último film de Jaume Balagueró, presentado ayer en Sitges fuera de concurso. Mientras duermes es un relato sencillo y efectivo sobre un hombre gris que sólo puede ser feliz causando la infelicidad a los demás.

Construída sobre tres escenarios, Mientras duermes logra además esa peculiar hazaña de conseguir que el espectador se ponga de parte del villano, deseando constantemente que salga impune. La película no es un derroche de adrenalina ni una fábula fantástica, sino un relato realista y verdaderamente inquietante. Y además Marta Etura está realmente adorable.

Pero entrando ya en las películas a concurso, la jornada de ayer fue algo insatisfactoria: por un lado, Hell, la ópera prima del alemán Tim Fehlbaum (muy majo él, ayer presentando la película en el Auditori), parte de una buena idea, también dentro del subgénero apocalíptico (el Sitges de este año ya ha encontrado su tema de fondo) en la que el planeta sufre por el calentamiento global, el agua escasea y los humanos no pueden aguantar más que unos pocos segundos a la luz del sol. El problema es que termina cayendo en los mismos lugares comunes de siempre (el enfrentamiento entre los hombres, la lucha por la supervivencia) y ni siquiera de una forma descarnada como, por ejemplo, Frontière(s). No es un mal film pero tampoco nada memorable.

Memorable sí es en cambio la última locura del japonés Sion Sono, Guilty of romance, una mezcla de intriga policiaca y Belle de jour que atrapa con fuerza durante su primera mitad (la que más se parece al clásico de Buñuel) cuando acompañamos en su viaje a la libertad sexual a una oprimida ama de casa (cuidado con la actriz Miki Mizuno, que igual gana aquí en Sitges). Pero cuando intentan resolver el misterio con el que arranca la película, lo hace de una forma algo torpe. Además, en un extraño guiño a Visconti, utiliza de forma insistente el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler, al igual que el maestro italiano hizo en Muerte en Venecia. El objetivo de ese homenaje, como tantas cosas en el cine de Sion, queda en el aire.

Y para completar la jornada de extravagancias niponas, en la sección Noves Visions pudimos ver la última película de Shinya Tsukamoto: Kotoko. Muy cercano a un cine experimental, de esos que ponen a prueba la paciencia del espectador más curtido, nos zambullimos poco a poco en la desquiciada mente de una madre soltera, insegura y sobrepotectora. Protagonizada por la cantante pop Cocco, los momentos musicales a la gloria de la estrella pueden hacerse eternos (canta en todas partes, la azotea, el salón, bajo la lluvia…) y ella está en muchas ocasiones rayando en la sobreactuación más cargante. Pero si uno sobrevive al final de la proyección, conservará una sensación entrañable de fondo. Desasosegante pero enternecedora.

Por último, en la sección Panorama, pudimos ver la adaptación de Jane Eyre dirigida por Cory Joji Fukunaga y protagonizada por Mia Wasikowska y Michael Fassbender, muy correctos ambos. La atmósfera brumosa y en ocasiones irreal que confiere Fukunaga al relato se ajusta a la perfección a la historia. Y además la música de Dario Marianelli y la fotografía de Adriano Goldman (inspirada en la de John Alcott para Barry Lyndon) son excepcionales y bien merecerían, al menos, una nominación al Oscar.