Luces y sombras de la alfombra roja de los Globos

Luces y sombras de la alfombra roja de los Globos

Luces y sombras de la alfombra roja de los Globos Los Globos de Oro suelen ser más sobrios y elegantes (so to say) que los Oscar en lo referente a la moda entre las invitadas. Ha habido grandes aciertos, algunos modelos en los que primaba la discreción y la sencillez, otros que no lo han sido tanto y, como no, conjuntos que merecerían entrar en la galería de los horrores del Museo de Cera (en algunos casos, ni siquiera es metafórico, vistas las cirugías de quienes los portaban).

Entre las inmarcesibles, a ambos polos de la inmarcesibilidad, una por siempre arriesgada, otra por siempre maravillosa: Tilda Swinton con un traje azul claro de Haider Ackermann, compuesto por vestido de silueta sirena y chaqueta de raso de ligera inspiración masculina, con un peinado corto que desafiaba la ley de la gravedad; y Charlize Theron, con un vestido rosa muy claro de Dior Couture con un pronunciadísimo escote en V y una abertura en la falda que le llegaba casi hasta la cadera, decorada con un enorme lazo, y una diadema con brillantes. También han aprobado con nota alta Angelina Jolie, que llevaba un precioso vestido de Versace Atelier en blanco nácar con una enorme solapa roja, y los labios engamados en rojo, al igual que los accesorios; Natalie Portman, con un vestido fucsia palabra de honor de cadera asimética, firmado por Lanvin; Jessica Chastain, que llevaba un vestido blanco bordado con perlas, de Givenchy; Shainele Woodley, con un precioso vestido palabra de honor en gris perla con lentejuelas, de Marchesa; Salma Hayek, con un vestido de Gucci con corpiño de adornos dorados sobre negro; Rooney Mara, con un vestido negro de Nina Ricci, de escote hasta la cintura con tres lazos que unían las dos partes del cuerpo. A mí me ha gustado especialmente Evan Rachel Wood, que llevaba un vestido con escote en V y cuello halter, con cuerpo de lentejuelas y falda de plumas, y el pelo corto peinado hacia atrás.

Entre los desastres, y sin entrar en detalles escabrosos: el traje negro de Jessica Lange, con dos apliques acolchados en el pecho que no caían donde debían caer; el look «yo también puedo ser sexy» de Lea Michelle; Monique Lhuillier en general, que vistió muy equivocadamente a Sarah Michelle Gellar y Debra Messing; Michelle Williams, con un vestido de Jason Wu de estampado leopardo y una diadema que «no»; Nicole Kidman, con un vestido drapeadísimo y ajustadísimo con detalles de tachuelas; y sobre todo, Madonna, que, aparte de no estar nada favorecida con un vestido de Reem Acra que parecía estar hecho de tres vestidos distintos, se está pasando ya con las cirugías varias y esta vez daba la impresión de que tenía un ojo más grande y más arriba que el otro.

Y ahora, una pregunta lanzada al viento: ¿por qué las actrices más maduras no hacen lo mismo que Helen Mirren y se dejan aconsejar? Siempre va muy favorecida, arriesga, sin querer aparentar más joven y sin parecer una señorona sin gusto como Meryl Streep o Glenn Close.

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