Desde que se empezó a proyectar la semana pasada, todos los comentarios sobre Sweeeny Todd
inciden en lo mismo: la gran cantidad de sangre que fluye por la
pantalla. Los comentaristas de los Oscar creen que éste es un problema
para la Academia y que, por ello, la película ha perdido muchas
opciones. Nosotros no estamos del todo de acuerdo: el problema no es
que haya una sangría, sino que ese torrente ahogue el drama de la
historia. Ése -y no el supuesto conservadurismo de los Oscar- es el
verdadero problema de Sweeney, como reflejan las dos primeras críticas oficiales, que hoy publican Variety y Hollywood Reporter.
Ambos medios coinciden en destacar el trabajo de Johnny Depp, la perfecta elección del equipo para la adaptación del musical de Stephen Sondheim al cine y, como se ha dicho, el torrente de sangre que se le viene encima a los espectadores. Curiosamente, ambos trazan una comparación con My Fair Lady: el primero para decir que aquí los actores cantan, a diferencia de los recitados de Rex Harrison; y el segundo para advertir a quien no lo sepa que en esta Inglaterra victoriana no hay dulzura, sino violencia.
Variety, que hace un comentario más positivo que su rival, subraya también las interpretaciones de Helena Bonham Carter y Alan Rickman. El Reporter, más crítico, carga las tintas contra Sasha Baron Cohen, al que tilda de “extrañamente comedido”, y acusa a Tim Burton de no saber qué hacer con los personajes secundarios.
Así las cosas, el papel de Sweeney Todd en la carrera por los Oscar depende de cuánto entusiasmo levante. A diferencia de lo que ha ocurrido con otros grandes títulos del año como American Gangster o La guerra de Charlie Wilson, la película de Tim Burton sí está generando una corriente de entusiasmo que, si alcanza la fuerza suficiente, le asegurará las candidaturas a los Oscar. Pero para ganar va a necesitar algo más que eso, pero para saber si lo va a conseguir, es necesario necesario esperar hasta su estreno, el próximo día 21.