‘El llanero solitario’ se deja llevar por el vicio de alargar las historias

La última aventura de Johnny Depp en la pantalla se ha convertido en un calvario para Disney, que hace tiempo que dio por hecho que El llanero solitario no sería su caja registradora de este verano. Las malas críticas recibidas al otro lado del charco tuvieron la culpa según Depp y el productor Jerry Bruckheimer. Que el presupuesto fuese de esos que marean también tuvo algo que ver a la hora de que la película haya sido de todo menos rentable para la casa de Mickey Mouse.

El llanero solitario llegó a España –este miércoles– después de semanas oyendo y leyendo de todo al respecto. La conclusión, tras verla, es sencilla. El principal pecado de Gore Verbinski, director de la misma, es haber caído en la trampa de alargar la historia en exceso. Una hora menos de metraje (dura 149 minutos) le habría hecho más bien que mal al resultado final. Duración a un lado, ni la película es tan mala ni hacía falta cebarse tanto con ella. Un producto veraniego más, sin pretensiones más allá de hacer caja (fallidas eso sí) y entretener a un público de vacaciones.

El problema de la duración, mal principal del que adolece El llanero solitario, no es solo atribuible a los títulos con aspiraciones de blockbuster. Lo mismo le ocurre a Paraíso: Amor, del austríaco Ulrich Seidl, por ejemplo. Se podría haber ahorrado media hora sin que eso afectase a la trascendental historia que quería contar. Pero parece que el vicio de hacer películas de dos horas o más está demasiado extendido. Hay que rellenar y la realidad demuestra lo complicado que es mantener el ritmo en lo más alto tanto tiempo –salvo que se sea J.J. Abrams, claro–.

Así, en esta versión de El llanero solitario hay divertidas/entretenidas escenas que se pierden dentro del conjunto. Lo mejor, sin duda, los últimos 20 minutos. Un final de traca aderezado con la Obertura Guillermo Tell de Rossini. Mención a parte se merece Armie Hammer, el llanero del título, que ya demostró en Blancanieves su talento para la comedia. Lástima que se vea eclipsado por el afán de protagonismo de un Johnny Depp que vuelve a interpretar a Jack Sparrow, pero esta vez con plumas y pinturas de guerra y, por suerte, algo más contenidos en su tics.

Poco más se puede decir de El llanero solitario. A grandes rasgos resulta divertida, sobre todo por el buen sabor de boca que deja el final, pero adolece de ese mal tan contagioso de hacer películas largas. Y, como no es cuestión de pecar de lo mismo, aquí acaba el comentario.

(Foto: ©Disney Enterprises, Inc. and Jerry Bruckheimer Inc. All Rights Reserved.)