Goyatlón 2014: Mejor guión adaptado

Cuatro libretos procedentes de material original muy diverso (una novela, un relato, una serie de televisión y un tebeo clásico) son los que componen esta categoría de guión adaptado, con acabados de diversa fortuna. Podríamos decir que tenemos dos guiones que vuelan a bastante altura a la que vuelan Caníbal y Todas las mujeres, y dos que planean por encima de las copas de los árboles pero que ofrecen un espectáculo digno y entretenido.

goya2014alacranSantiago A. Zannou y Carlos Bardem por Alacrán enamorado

Basada en la novela homónima de Carlos Bardem y adaptada por él mismo y el director de la película Santiago Zannou, Alacrán enamorado es una historia de redención a través del boxeo, algo que desde luego no resulta nada extraordinario. Sea como sea, la película parte de unos mimbres (el joven de familia desestructurada enganchado a un grupo neonazi con un líder carismático, el boxeador perdedor que pasa sus días alcoholizado y entrenando en un gimnasio de barrio) que, tejidos adecuadamente, podrían haber dado origen a una película que, sin ser original, sí por lo menos podría haber reflejado más hondamente y con más emoción esa transición, ese descubrimiento de que no todo es blanco o negro, con el transfondo del líder neonazi que en realidad se aprovecha de unos jóvenes sin esperanza para hacerser rico. Zannou no profundiza en nada, y se queda en una visión esteticista y pobre; gran parte del problema nace en la novela original y en la incapacidad de los guionistas de ahondar en las situaciones y las emociones de los personajes.

goya2014canibalManuel Martín Cuenca y Alejandro Hernández por Caníbal

Un relato del escritor cubano Humberto Arenal sirve a Alejandro Hernández (doble nominado por ésta y Todas las mujeres) y a Manuel Martín Cuenca para contar la historia de un prestigioso sastre de Granada aficionado a matar mujeres, cortarlas en cachitos y guardarlas en el congelador para comérselas poco a poco. Y el retrato del salvaje consiste en vaciarlo de emoción, de pasión, y de diálogos, de reflejar una frialdad que no se limita al asesinato y descuartizamiento de mujeres, si no que traspasa a todos los ámbitos de su existencia, y que ni siquiera pierde cuando se enamora. Es un ejercicio de estilo irreprochable, que da imágenes hipnóticas y de verdadera belleza y composición pictórica, pero ese desapasionamiento, por original que resulte, esa deshumanización del caníbal no deja de ser un tópico disfrazado de retrato profundo que evita que el espectador sienta un mínimo de emoción cuando el monstruo halla el amor.

goya2014todasAlejandro Hernández y Mariano Barroso por Todas las mujeres

Al contrario que en la anterior, Alejandro Hernández, en esta ocasión junto al director Mariano Barroso, parten de material audiovisual propio, una serie de televisión, para crear la película del mismo título. Y aunque a priori eso pueda parecer jugar con ventaja, lo cirto es que es una de las labores más complicadas para un creador, sea del tipo que sea: destilar es material propio para dejarlo en lo esencial, sin que pierda vigor, ni información ni emoción; situarte respecto de tu obra a la distancia suficiente como para desbrozar y quedarte con lo fundamental. Y no es que la serie tuviera mucho relleno. Pero la verdad es que condensarlo todo en hora y media de película no debió resultar sencillo, sobre todo viendo el resultado obtenido, que es un retrato minucioso y emocional de un auténtico canalla, un especialista de la improvisación, una persona que ha vivido la vida saliendo constantemente del paso, a través de las conversaciones con las mujeres que han definido su vida. Aparte de un gran despliegue interpretativo por parte de todos, y sobre todo por el de Eduard Fernández, la principal virtud de Todas las mujeres es la agilidad de los diálogos, la verosimilitud de todos los personajes sin excepción, y la depuración en la descripción de un personaje único en una película de escenas que no decae en ningún momento.

goya2014zipizapeJorge A. Lara y Francisco Roncal por Zipi y Zape y el club de la canica

Llevar al cine los tebeos de José Escobar tampoco parecía algo fácil, sobre todo si la intención es separar los personajes de los originales y con la intención de obtener una película actual y entretenida para los jóvenes espectadores de hoy. Zipi  y Zape, las historias de esos dos gemelos que algunos leíamos en nuestra infancia, se caracterizaban por su esquematismo y su intrascendencia: no eran más que las gracietas de unos hermanos un poco traviesos pero de buen corazón,leales amigos de sus amigos y siempre dispuestos a defender al más débil. Y no es que la película tenga más contenido, pero lo que tiene es una pura y sana intención de entretener sin más, eso sí, con una factura estética irreprochable que bebe directamente de los Harry Potter. El mayor logro es dar vida a los niños de cuatro trazos y meterlos en una aventura digna, aunque superficial, a la que no se puede reprochar casi nada, ni siquiera su falta de profundidad.

Ganará: Caníbal
Debería ganar: Todas las mujeres