Uno de los gremios de la industria cinematográfica que más se presta a destacar los talentos de representantes de distintas nacionalidades, quizá porque la música es un lenguaje universal, es el de los compositores de bandas sonoras. Atrás quedaron los tiempos en los que los estadounidenses Williams, Horner, Goldsmith, Newman, Shore o Newton Howard eran los únicos considerados para firmar partituras en Hollywood y recibir nominaciones al Oscar. Ahora las miradas se dirigen a países como Italia (Marianelli), España (Iglesias) o las naciones de los candidatos de este año: el francés Desplat, el islandés Johansson, el británico Yershon y el alemán, aunque solo sea de origen, Zimmer.
Alexandre Desplat por El gran hotel Budapest y The imitation game (Descifrando Enigma)
De las últimas 9 ediciones de los Oscars, a Desplat solo se le ha escapado la nominación en dos ocasiones: en 2007, cuando la podía haber conseguido perfectamente por La brújula dorada o Deseo, peligro, y en 2011, año en que firmó títulos tan destacados como El árbol de la vida, Los idus de marzo o Tan fuerte, tan cerca. El compositor francés va a una media de 6 o 7 partituras por año, muchas de ellas magníficas, y por eso no es de extrañar su doble nominación en esta edición, sumando un total de ocho, por dos títulos tan dispares como identificativos de dos de sus vertientes estilísticas mas representativas. En El gran hotel Budapest, su tercera colaboración con el director Wes Anderson tras Fantástico Sr. Fox (una de sus anteriores nominaciones) y Moonrise Kingdom, vuelve a amoldarse a la perfección con las temáticas del particular cineasta: en esta ocasión una amalgama de referencias histórico-culturales a la Europa central de la primera mitad del siglo pasado. Sitares, balalaikas, cantos gregorianos y tiroleses y mucha percusión ayudan a reforzar el tono bufo, histriónico y acelerado de las tramas. Sin embargo su partitura para The imitation game es harina de otro costal. Mas académica pero igualmente adecuada a la tesis de la película: estructuras rítmicas repetidas para reflejar la introspectiva mente del matemático Alan Turing y que también recuerdan a los movimientos rotatorios de Christopher, la maquina que inventa, que se alternan con un tema romántico a piano y cuerda, para las escenas más emotivas. En ocasiones recuerda al estilo de Horner en bandas sonoras como las de Una mente maravillosa o En busca de Bobby Fischer, pero Desplat sabe darles un toque más personal y melancólico. Cualquiera de las dos partituras es digna de un Oscar aunque la del biopic protagonizado por Benedict Cumberbatch parte con ventaja al ser más afín al paladar de los académicos. Pero El gran hotel Budapest es una de las dos películas mas nominadas de este año y siempre puede influír el factor arrastre.
Johann Johannson por La teoría del todo
Tras haber ganado el Globo de Oro hace unas pocas semanas, las posibilidades de Johansson para hacerse con el Oscar han subido muchos enteros. El compositor islandés lleva mas de una década alternando partituras para producciones de su país, entre las que se incluyen muchos documentales, con sus primeros pinitos en coproducciones internacionales con actores de renombre, como Efectos personales, que estaba protagonizada por Michelle Pfeiffer y Ashton Kutcher. El año pasado empezó a labrarse prestigio internacional al firmar la música del excepcional thriller de Denis Villeneuve Prisioneros, de corte mucho mas árido y tenebroso que ésta que nos ocupa y que marcará, sin ninguna duda, el comienzo de su carrera como compositor de cine mainstream. El estilo de La teoría del todo recuerda por momentos al de Phillip Glass: romántico y emocionante, que no emotivo o melodramático. Piano, cuerdas, flauta y hasta arpa, son los principales instrumentos que usa para subrayar conceptos como la ilusión del primer amor o la frustración ante el deterioro físico. De hecho, y quizá es porque ambas películas son británicas y su partitura ha sido grabada en los estudios de Abbey Road, en Londres, comparte bastantes rasgos estilisticos con el Desplat de The imitation game.
Gary Yershon por Mr. Turner
La sorpresa de las nominaciones de este año es la inclusión del compositor británico Gary Yershon en la que es su tercera colaboración con el director Mike Leigh. Yershon se prodiga mucho más en la escena teatral inglesa. De hecho no ha realizado ninguna otra partitura para cine mas que ésta, Happy, un cuento sobre la felicidad y Another year. Varios aspectos llaman la atención de la banda sonora de Mr. Turner: en primer lugar es su escasa duración, apenas 30 minutos para las dos horas y media que dura la cinta. Muchos de los cortes no pasan de los noventa segundos y, aparte, son todos bastante similares y monótonos. En segundo lugar se antoja cuando menos curiosa la decisión del compositor de usar instrumentos anacrónicos como el saxo para una historia ambientada a principios del siglo XIX, pero quizá se trate de un acierto, ya que imprime a la música un tono inquietante y sobrecogedor. Todo esto hace que la partitura de Mr. Turner no sea de escucha fácil y mucho menos carne de Oscar. Yershon se tendrá que conformar con haber conseguido su primera nominación.
Hans Zimmer por Interstellar
Y llegamos a la partitura mas polémica del año. Zimmer, el único de los nominados que ya tiene un Oscar en su haber por El rey león, logra con ésta su novena nominacion, tras la conseguida hace cuatro años por otra película de Christopher Nolan, Origen. La grandilocuente música que el alemán ha compuesto para Interstellar tuvo su germen antes incluso de que Nolan comenzase a filmar la cinta, lo cual dice mucho del despropósito sin rumbo fijo que termino siendo el resultado final. Zimmer, a petición del director, compuso un intimista tema de cuatro minutos que, para el, simbolizaba lo que significaba ser padre. A partir de ahí comenzó de nuevo el trabajo conjunto de compositor y director/guionista, que desarrollaron temas y tramas que van desde la mayor épica espacial, con ese excesivo y cargante uso del órgano, a los pasajes más introspectivos y pretendidamente filosóficos para acompañar las imágenes de un largometraje que pretende redefinir el sentido de la especie humana y termina quedándose a medio camino, haciendo agua por todas partes. Esta claro que la música de Interstellar o se ama o se odia. Y, desafortunadamente, de las cinco candidaturas que tiene la película, ya que ha quedado fuera de las importantes, incluyendo fotografía y montaje, puede que llegue a materializar ésta.
Ganará: The imitation game
Deberia ganar: El gran hotel Budapest
Molaria que ganase: La teoria del todo