Another Earth

‘Another earth’, pequeño drama romántico aprueba en Sitges

Another EarthSabemos que el festival de Sitges no tiene por qué alimentarse exclusivamente de cintas mayoritariamente de género (horror, ciencia ficción, misterio), pero esta edición está brindándonos pocos sustos por ahora. Lo más destacado del día de ayer fue Another earth, tras su aclamado paso por la última edición de Sundance.

Dirigida por el debutante (al menos en ficción) Mike Cahill, la película parte de una premisa muy sugerente: un dia se descubre un planeta nuevo en el cielo y resulta ser exactamente igual que la Tierra. Este descubrimiento afecta profundamente la vida de una adolescente y un músico que comienzan a desarrollar una peculiar relación.

No nos engañemos, la trama fantástica es sólo un macguffin, una premisa para contar la historia que verdaderamente interesa al director: la historia de amor y de necesidad mutua, y el anhelo por poder conseguir una segunda oportunidad en la vida. El tono contemplativo y algo lento de la cinta refuerza más su carácter indie que uno puramente de género, pero al final logra convencer al espectador, aunque quizá la evolución de los personajes podría haberse trabajado algo más.

El mismo tono frío y aún más lánguido impregna el primer largo de la irlandesa Rebecca Daly, The other side of sleep, desconcertante ejercicio con premisa de thriller, que prefiere enfocarse en las consecuencias que un asesinato tiene en los habitantes de una pequeña localidad irlandesa. La protagonista, que sufre de sonambulismo, se despierta un día al lado del cadáver. Ni ella ni el espectador descubriremos por qué hasta el final, pero en el medio no hay más que hora y media de planos largos y miradas vacías. No nos explicamos qué hace una cinta así en Sitges.

La tercera película a concurso que pudimos ver ayer, Les contes de la nuit, proyectada en 3D, es la última propuesta de animación del francés Michel Ocelot (Kirikú y la bruja). Se trata de seis cuentos de 15 minutos cada uno, fábulas étnicas todas ellas, algunas más acertadas que otras, pero todas entrañables. La animación es simplificada al máximo, siendo el diseño de los personajes meras sombras, siluetas negras, de las que sólo podemos ver los ojos. Le falta cohesión y relevancia para ser digna de premio, pero al menos entretiene.

Y finalmente en la sección Panorama, y tras su paso por el Festival de San Sebastián, Eduardo Chapero-Jackson y todo su equipo presentaron en Sitges Verbo, su tremendamente ingenua y fallida primera película. Tras un eterno prólogo de media hora en el que se nos presenta a la protagonista (una prometedora Alba García, a la espera de un proyecto mejor) y sus dudas existenciales de adolescente, se embarca en una aventura sin sentido, un supuesto viaje iniciático para romper con su hastío, conseguir su propia voz y enfrentarse al mundo.

A la mayoría de los críticos aquí en Sitges parece no haberles disgustado, de hechos muchos están bastante a favor de la propuesta del director. A mi personalmente me pareció una sarta de buenas intenciones muy mal contadas y con momentos de auténtica vergüenza ajena. El tono naïf, iconoclasta y supuestamente rebelde quizá encuentre en los adolescentes de hoy su público, una generación que puede identificarse con la desilusión y las ganas de encontrar alternativas sociales a la época que nos toca vivir. Chapero-Jackson afirma que lo que hemos visto no es la película que le hubiese gustado que le dejasen hacer. Nunca sabremos cómo sería esa película pero peor que el batiburrillo que ha quedado tiene que ser por necesidad.