Guzmán se encamina firme hacia la Biznaga

La recta final de la sección oficial a concurso parece que se perfila como la acumulación de películas premiables de la lista. Hoy ha tocado el turno a Techo y comida, protagonizada por Natalia de Molina, firme candidata a la Biznaga de Plata a la mejor actriz de esta edición del festival; un crudo retrato de la crisis más cercana y descarnada, y A cambio de nada, el debut tras la cámara del actor Daniel Guzmán que firma un modesto drama social con tintes autobiográficos que se perfila como la película del festival, y podría alzarse con el premio grande.

El debut en el largometraje de Juan Miguel del Castillo, Techo y comida, es un crudo retrato de la situación actual de crisis, una descarnada radiografía de la realidad de los desahucios en España con una población que vive al limite. El potencial de la película hace algunas aguas al no contar con un desarrollo discursivo al uso, si no servir como ventana hacia una realidad que ocurre en la actualidad y que estaba necesitada de reflejo en la gran pantalla. La gran baza de la película es una Natalia de Molina brillante, protagonista absoluta de la cinta y que sostiene sobre sus hombros toda la atención y el interés de una película que, por si misma, poco interés tiene más allá del reflejo del drama.

Así pues, de Molina, tras el disgusto que nos dio el domingo pasado, recompone su talento y lo saca a relucir como mejor sabe para presentarse en este drama como la candidata perfecta al premio a la mejor actriz: una madre coraje que cría a su hijo como madre soltera mientras lucha como puede por sobrevivir a la falta de trabajo, el dinero que se acaba y los problemas que ello le genera con su entorno, un calvario que es el día a día de miles de personas. Una interpretación llena de empatía, de verdad, que refleja la cruda realidad de la actualidad y que sin duda confirma a de Molina como una de las grandes promesas del panorama actual.

En la segunda sesión de la mañana se ha proyectado A cambio de nada, el esperado debut del actor Daniel Guzmán tras la cámara que ha presentado un fresco relato de barrio contado desde el punto de vista de dos adolescentes. Con algunas imperfecciones como casi toda ópera prima, Guzmán firma un sólido relato sostenido por una firme puesta en escena, una realización sorprendente, con gran oficio detrás y la revelación de dos estupendos actores protagonistas que sostienen sobre sus hombros todo el peso de la película, su primera película.

Una cinta cercana y sincera, en la que se atisban resquicios autobiográficos y en la que el realizador, que ha tardado 10 años en sacar adelante el proyecto, ha volcado todo su saber hacer (que no es poco) y todo su cariño, además de implicar todo su tiempo e incluso a su familia (la abuela real de Guzmán encarna a la señora que acoge al protagonista en casa), y eso, al final, se acaba notando. Una película que supone una firme candidata a la Biznaga de Oro y que no sería descabellado verla arañar algún premio más, pero no nos apresuremos, que mañana es el día de Jonás Trueba en Málaga.