En su primera jornada, el certamen malagueño ha mostrado las primeras cintas a concurso de este año. Dos cintas muy diferentes que exploran, cada una en su terreno, las zonas más oscuras del ser humano: la primera, Los héroes del mal, de Zoe Berriatúa, a través de los trastornos conductuales de un grupo de adolescentes marginados en el instituto; La deuda, de Barney Elliot, lo hace desde tres historias entrecruzadas de unos financieros y dos ciudadanos peruanos que luchan por lo que más ansían.
Álex de la Iglesia vuelve a prestar su nombre para una producción tras el buen sabor de boca de Musarañas a finales del pasado año. Su productora es una de las responsables del debut en la gran pantalla del actor Zoe Berriatúa, que firma en Los héroes del mal un retrato crudo y descarnado del adolescente en edad de instituto rechazado por sus compañeros y oprimido por los matones de patio que busca cualquier salida para la venganza. En teoría. Pues el resultado final se descubre un manojo de buenas ideas puestas en imágenes con cierto desmadre en favor de un preciosismo que hace resentir al espectador del ritmo de la película.
Todo en Los héroes del mal, ya desde su inicio, está orquestado alrededor de conocidas piezas de música clásica de los grandes compositores que suponen el tempo por el que la escena se desarrolla, una suerte de musical clásico que, como anécdota, puede llegar a ser interesante, pero que aplicado como norma, termina por resultar tedioso y ralentizador de todo el ritmo de la película. Más allá de eso, las tesis que maneja sobre el mal, la venganza, la locura, el dolor y la pérdida son muy interesantes si llegan a utilizarse en consecuencia, pero Los héroes del mal deja la sensación de que podría haber sido más, mucho más de todo: más arriesgada, más explícita, más salvaje, más valiente e incluso más acompasada; y eso que cuenta con un trío de actores que se dejan la piel (con mayor o menor fortuna) por dar vida a los tres protagonistas, especialmente Emilio Palacios, cuyo personaje supone la bisagra que vertebra el trío y que arma un personaje con verdadera humanidad y verdad y supone la primera apuesta para el palmarés interpretativo.
El debut en el largometraje de Barney Elliot, La deuda, cuenta con un plantel de actores bastante potente (sorprende descubrir a Alberto Amman y Carlos Bardem compartiendo planos con Stephen Dorff y David Strathairn) que aborda tres vidas paralelas que luchan por lo que más ansían para poder sobrevivir: un financiero que quiere mantener su puesto de trabajo, un campesino que no está dispuesto a vender sus tierras y una mujer con un grave problema familiar. Un filme bastante solvente que adolece de no resultar igualmente interesante en todas sus tramas, pero que con un reparto más que solvente y una firme dirección tras la cámara, termina siendo un más que digno thriller político con trasfondo social que, como cada vez que nos encontramos una de estas producciones en Málaga, no rascará mucho en el palmarés, pero sube el nivel de una sección oficial que acaba de arrancar.