La realizadora Helena Taberna presenta en Málaga su último trabajo, Acantilado, una cinta que se exhibe en sección oficial fuera de concurso, basada en una novela de Lucía Etxebarría que cuenta la historia de la desaparición de una chica tras ingresar en una secta y su búsqueda encabezada por su hermano y una agente de policía. A pesar de contar con una propuesta visual bastante contundente en algunos de sus segmentos (en otros, directamente, se lanza al costumbrismo más burdo, bien conocido del cine español), y un punto de partida al que sacar mucho jugo, Acantilado elige el camino fácil y los derroteros conocidos para acabar recalando en una zona de confort narrativa más cercana al folletín que a la intriga sobrenatural que en un principio podría parecer que apunta.
Las intenciones de un relato intrincado, con unos temas de fondo interesantes a varios niveles, acaban reducidos a líos de faldas y confusiones que no hacen justicia al punto de partida de la historia y colocan a un reparto más que solvente al frente de un relato que no saca partido de su talento.
La segunda película de la jornada ha sido Quatretondeta, dirigida por el debutante Pol Rodríguez, una comedia costumbrista que cuenta la historia de Tomás, un viudo que pretende enterrar el cadáver de su difunta esposa en Quatretondeta, donde ella quería, pero se encuentra con el impedimento de que su familia pide una extradición del cuerpo a París. Tomás decide robar el cadáver, y a partir de aquí, comienza una disparatada persecución y huida a través del paisaje interior alicantino en la que los excesivos personajes protagonistas encuentran sus raíces y sus recuerdos.
Reflexionando sobre la vida, la muerte, los orígenes y la pérdida, Quatretondeta intenta armar un retrato costumbrista cuasi berlanguiano (esas fiestas de Moros y Cristianos tan pintorescas), una pequeña fábula sobre las ganas de vivir y lo importante de dejar ir, sobre el diálogo, el entendimiento y las relaciones humanas. Con un reparto repleto de grandes actores al frente, la propuesta, que pone el mismo énfasis en su parte cómica como en su reflexión dramática y humana, consigue armar un retrato tierno, respetuoso y delicado a través de la tradición y el recuerdo. Una pequeña sorpresa dentro de la sección oficial a concurso.