El amor de Julianne Moore y Ellen Page, ni frío ni calor

Encarrila este irregular San Sebastián su recta final con una de las jornadas menos interesantes, al menos en lo que a la sección oficial respecta. El plato fuerte del día, Freeheld, con Julianne Moore y Ellen Page, ha resultado un telefilm con estrellas; la franco-belga Les chevaliers blancs una cinta excesivamente fría sobre un tema candente; y la china Regreso al norte un tostón reivindicativo.

En Freeheld Julianne Moore y Ellen Page interpretan con discutible química a una pareja que ve truncada su apasionada historia de amor por el cáncer de pulmón que desarrolla la primera. Pero no estamos ante otro Truman pues esta cinta no se centra sobre la despedida sino que narra un episodio más –lo cual no le quita mérito- en la lucha por la igualdad de los homosexuales. La moribunda es policía y quiere que su pensión de viudedad beneficie a su pareja de hecho, cosa impensable para las mentes estrechas.

Ciertamente, la película que nos propone Peter Sollett está muchas veces vista. No hay nada nuevo en su forma de contar ni tampoco es especialmente interesante. Es inevitable acordarse de otras películas de temática similar como Philadelphia, que hace 2º años contaba la ventaja del terreno poco explorado; o Milk, que sin inventar la Coca-Cola conseguía volar a cierta altura.

Pero Freeheld sólo despunta por dos elementos, quién sabe si involuntarios. Por un lado, el personaje del lobbista gay que interpreta Steve Carell que transciende del alivio cómico para ahuecar esta cinta tan plana; y por otro, que por una vez no sea el sida la enfermedad que sacude sino otra sin estigma y perfectamente reconocible.

Más «basado en hechos reales»

La quinta película del belga Joachim Lafosse, Los caballeros blancos, es una dramatización del caso de el Arca de Zoe, que hace unos años saltó a la prensa francesa. Los miembros de una ONG de ayuda a la infancia (en la película, Move for Children) intentaron sacar ilegalmente de la zona de Darfur a un grupo de niños para darlos en adopción a familias francesas. Con el consabido «basado en hechos reales», la película, cuyo reparto encabeza Vincent Lindon, documenta los movimientos de la ONG desde que aterriza en Sudán hasta que los voluntarios son detenidos de camino a una pista en el desierto, donde han de embarcarse en el avión que les ha de llevar, junto a los niños, de vuelta a Francia.

El director escoge un punto de partida ecuánime, de mera exposición de los hechos, que sin embargo va dejando paso paulatinamente a la condescendencia y a la tolerancia de la mentira a todos los niveles (los jefes de la expedición engañan a las tribus, las autoridades y a sus propios voluntarios) para terminar en la justificación más burda del tráfico de seres humanos, con la excusa pequeñoburguesa de estar ayudando a los pequeños, que, de otra manera, no tendrían futuro.

Las familias perdidas de China

La tercera cinta del día viene firmada por Liu Hao, un viejo conocido de esta sección oficial que ya le tuvo como concursante en 2010 con Addicted to Love. En Regreso al norte el director chino nos cuenta la historia de una de las «familias perdidas» de la política china del hijo único: a Xiao Ai le diagnostican una enfermedad terminal y pretende persuadir a sus padres para que tengan otro hijo y así tengan quien les cuide en el futuro.

El filme, filmado en blanco y negro con un ritmo pausado, contemplativo y tranquilo acaba por armar una atmósfera plomiza y desasosegante que refuerzan la idea de soledad y desarraigo, para acabar rematando una película aburrida y pretenciosa con frases lapidarias mal encajadas en el libreto. En definitiva, una buena intención que descarrila en su discurso y termina por causar sopor.

Fernando de Luis-Orueta / María Pérez / Pablo López