Ingmar Bergman

Muere Bergman, el gran maestro del cine sueco

Ingmar Bergman

El director de cine sueco Ingmar Bergman, ha fallecido hoy a los 89
años en la isla sueca de Faarö, según ha comunicado su hija Eva. Autor
de clásicos del cine como El séptimo sello o Fanny y Alexander,
se encontraba retirado en su casa de la isla del Mar Báltico desde hace
años. Nueve veces candidato a los Oscar como director, guionista o
productor, la Academia del Cine de Hollywood le entregó el Premio
Irving G. Thalberg (una distinción reservada a los grandes productores
del cine) en 1970.

Nacido el 14 de julio de 1918 en Uppsala, al norte de Estocolmo, Bergman llegó a firmar más de 40 películas, entre ellas Fresas salvajes (1957), Gritos y susurros (1972), Escenas de la vida conyugal (1974) o Sonata de otoño (1978). Su obra más conocida es, sin duda, El séptimo sello, de 1957, cumbre del cine protagonizada por Max Von Sidow, entre otros.

En su filmografía, Bergman abordó, con una visión casi siempre trágica,
las relaciones entre hombres y mujeres, la muerte, la existencia de
Dios o el sentido de la vida. Buena culpa de ello tuvo su educación
religiosa y severa, elegida para él por su padre, pastor protestante.

Cursó estudios universitarios en Estocolmo y aprendió el arte de la
puesta en escena teatral, montando una pequeña compañía de teatro con
sus compañeros que representa a obras de Shakespeare y Strindberg. Ya
en los 40, comenzó a compaginar el teatro con el cine y fruto de ello
es su primera película, Crisis, de 1945.

En 1976, tras emigrar a Alemania por problemas con el fisco sueco, filmó El huevo de la serpiente, sobre el ascenso del nazismo en Alemania. Ya de nuevo en suecia, en 1982 rodó su última gran película, Fanny y Alexander,
en la que trata de su infancia y su pasión por el espectáculo. Ya en 2003, dirigió para la
televisión sueca Saraband, su último trabajo.

La Academia de EE UU le nominó a un Oscar por primera vez en 1959
por el guión de Fresas salvajes. Tres años más tarde (1962), repitió en
esa misma especialidad por Como en un espejo. En el año 1970 recogió el
Premio Conmemorativo Irving G. Thalberg, que abrió las puertas a un
buen número de candidaturas más: tres (como productor, director y
guionista) por Gritos y susurros (1973), una por la realización de Cara
a cara (Face to Face)
(1976), otra como guionista de Sonata de otoño
(1978) y otras dos por dirigir y escribir Fanny y Alexander (1983).
La película obtuvo cuatro estatuillas pero ninguna para él.