Pese a sus 14 nominaciones, Meryl Streep no se lleva el gato al agua desde 1983. Y hay quienes empiezan a defender que este año le toca. La monja circunspecta que acusa a un cura de abusar de una menor en Doubt puede ser la película que la lleve hasta su tercer Oscar. Por el camino deberá enfrentarse con estrellas mucho más jóvenes que ella como Angelia Jolie, Kate Winslet o Anne Hathaway, pero también con actrices que sostienen películas más humildes como Melissa Leo o Kristin Scott-Thomas.
Se dice que el Premio Donosita está gafado y que sólo anuncia la muerte de los galardonados. Desde que la organización del certamen rebajó la edad de los premiados, tan terrible vaticinio ha dejado de cumplirse. Pero puede que ahora con Meryl Streep se dé la vuelta. Tras pasar por San Sebastián para recibir un emocionadísimo homenaje, puede estar al borde de obtener el de su tierra en forma de Oscar. Sería el tercero después Kramer contra Kramer (1979) y La decisión de Sophie (1982). Y también después de haberse convertido en la actriz con más nominaciones de la historia. Sería también la segunda actriz en tener tres estatuilla, junto a Ingrid Bergman. Y quedaría a sólo un paso de las cuatro de Katharine Hepburn. Un lugar más que razonable para la que es, sin duda, una de las mejores actrices de la historia del cine.
Su camino hacia el escenario del teatro Kodak pasa por rivalizar con tres jóvenes estrellas mundiales: Angelina Jolie (El intercambio), Anne Hathaway (La boda de Rachel) y Kate Winslet (Revolutionary Road). Es esta última la que más quebraderos de cabeza va a dar, con una película que parece será uno de los grandes títulos de la temporada de invierno. Jolie ha recibido críticas muy dispares sobre su trabajo en la cinta de Eastwood, que tampoco ha terminado de convencer. Y Hathaway, que lleva un par de años dando de qué hablar, proyecta todavía la imagen de una joven actriz con mucha carrera por delante y, con ello, muchas ocasiones más para premiarla.
También es inevitable observar a dos actrices ya oscarizadas que protagonizan dos de las películas más esperadas del año: Nicole Kidman (Australia) y Cate Blanchett (El curioso caso de Benjamin Button). El hecho de que ya tengan sus estatuillas no las va ayudar en sus aspiraciones de este año. Además, cada parte con un handicap: la película de Kidman se acerca peligrosamente al precipicio del sentimentalismo y la vacuidad, con una trama convencional y personajes bastante planos, lo que no le dará pie a grandes derroches interpretativos. En el caso de Blanchett, su principal inconveniente es que es una no-protagonista, porque el peso de la cinta lo lleva Brad Pitt, pero su papel es demasiado largo para proponerla como secundaria.
Así las cosas, toman cada vez más cuerpo otras posibilidades surgidas del cine independiente o, incluso, extranjero. Es paradigmático el caso de Melissa Leo, que está en todas las quinielas desde que se llevó en San Sebastián la Concha de Plata a la mejor actriz por Frozen River. También está llamando la atención Sally Hawkins, la protagonista de Happy. Un cuento sobre la felicidad, sobre la que pesa la sospecha habitual de que las heroínas de Mike Leigh son muy bien recibidas por la Academia.
Pero quien está llamando más la atención en las últimas semanas y que, a la postre, puede ser la gran rival de Meryl Streep es Kristin Soctt-Thomas, que deslumbra en la cinta francesa Hace mucho que te quiero. Si fuera ella finalmente la triunfadora serían dos años consecutivos en que el Oscar a la mejor actriz iría a un trabajo realizado en francés tras la victoria de Marion Cotillard por La vida en rosa.