Moda, lujo y kitsch sobre la alfombra roja

Moda, lujo y ‘kitsch’ sobre la alfombra roja

Chicos disfrazados de Tom Ford, rutilantes damas, aciertos discretos y un grupo de jóvenes yanquis que piden a gritos un billete de avión: cada año los Oscar se convierten en un escaparate, si no de tendencias, al menos sí del gusto fashion de las estrellas y no estrellas de Hollywood. Pasaron los años en los que Hubert de Givenchy confeccionaba sus diseños sobre un maniquí con las medidas exactas de Audrey Hepburn, pero todavía hoy la ceremonia cinematográfica más importante del mundo cuenta con una alfombra roja atentamente escrutada por espectadores de todo el mundo en busca del look perfecto, de la extravagancia de turno o de la metedura de pata definitiva. A continuación mostramos un poco de todo esto.

Vera Farmiga Vera Farmiga, nominada por Up in the Air, atrajo todas las miradas con un complicado vestido de Marchesa que, contra todo pronóstico, fue de lo más interesante de la noche. Este modelo magenta lleno de extravagantes volantes de plisado -parecidos a los empleados por Amaya Arzuaga en recientes colecciones- no pasó desapercibido, y quizás era algo excesivo, pero la verdad es que no podemos dejar de considerarlo acertado, divertido y original.
Carey Mulligan llegó vestida de Prada, con un vestido corto, negro y lleno de pedrería caótica, alardeando de juventud y de un estilo ciertamente muy acertado: el corte clásico, muy de los años cincuenta, le daba una elegancia muy intemporal, y supo compensar sus excesos con peinado, joyería y complementos muy bien escogidos. Esta chica apunta maneras de estrella.

Kate Winslet estuvo más que correcta de la mano de uno de los grandes: Ghesquière para Yves Saint Laurent. Quizás el corpiño algo geométrico no era lo más apropiado para conseguir un look estilizado, pero el modelo era impecable, el peinado perfecto y la joyería (Tiffany & Co) muy apropiada. Guapa, elegante y sin grandes complicaciones, Kate Winslet se redimió de los excesos de ediciones pasadas.

En una noche en la que los colores pastel y los tonos oscuros fueron las notas dominantes, Maggie Gyllenhaal sacó los pies del tiesto y salió ganando: su vestido estampado de Dries Van Noten demostró que el color es elegante y que los Oscar serían más divertidos con menos Elie Saab y más diseño inteligente. Dio una imagen deslumbrante, enérgica y joven, y evitó el aspecto polvoriento y aburrido que adquieren muchas actrices -véase Kristen Stewart- cuando se disfrazan para ir a la ceremonia. Su marido, Peter Sarsgaard, decidió -como la mayoría de los chicos de Hollywood- ir de estricto blanco y negro, como manda Tom Ford.

Cameron Diaz tomó el camino más conservador de los posibles: un vestido lleno de pedrería con escote palabra honor de Oscar de la Renta. Sin embargo, no podemos decir que no estuviera guapísima. El color champagne resultaba realmente elegante, y el maquillaje y el peinado resaltaban a esta chica rubia, pálida y exagerada que, sin duda, algo tiene.

Penélope Cruz, de la que ya conocemos su gusto por los diseñadores americanos, escogió un vestido drapeado y asimétrico de Donna Karan que, a excepción de ser un poco demasiado brillante, fue uno de los aciertos de la noche. El color era también bastante inesperado, con un toque moderno que compensó con el peinado recogido.
En cualquier otra este vestido habría provocado espanto. Sin embargo, hay dos atenuantes: el vestido es de Galliano para Dior -y el gibraltareño no suele hacer las cosas porque sí- y, además, a Charlize Theron todo le queda muy bien. Ha abandonado los tonos pastel y se agradece. Y el peinado es un diez. Así que disculparemos esos ¿remolinos? sobre el pecho de la sudafricana.
La fashionista oficial de Nueva York demostró que un Chanel no basta para destacar. Si no, que se lo digan a Diane Kruger, que también escogió a Lagerfeld y acertó de pleno. Pasada la fiebre de años pasados, no nos queda muy claro que Sarah Jessica sea algo más que una chica de gustos un tanto provincianos que está desgastando su brillo entre colonias de tercera división y caprichitos de Marc Jacobs.
A Kristen Stewart la vimos un poco perdida en un vestido de Monique Lhuiller que parecía tener demasiada tela y que en general daba una impresión un tanto desangelada y poco armónica. Es una pena, porque es joven, guapa y con talento, pero esperemos que haga un viajecito a Londres y Carey Mulligan se la lleve de compras. Y, de paso, que se lleven a Miley Cyrus.


Meryl Streep
pasó de complicaciones y prefirió adoptar un look sencillo dando a entender que estas lides no le impresionan ni lo más mínimo. Iba elegante, serena, muy zen y bastante guapa. No se puso nada que no debiera (las complicaciones no le favorecen demasiado), aunque quizás tampoco arriesgó. Pero, a estas alturas, todo lo que haga nos parece muy bien.

El principal fallo de Demi Moore fue escoger un vestido que, aunque tenía buen corte, fallaba escandalosamente en el color, no porque fuera poco favorecedor, sino porque coincidía casi exactamente con el tono de piel de Demi. El resultado fue algo desastroso, y echó a perder un modelo correcto de Versace Atelier que, si bien no era nada del otro mundo, podría haber destacado más.

¿Cómo se viste una directora de cine? Kathryn Bigelow estaba vestida para triunfar, y lo hizo apoyada por Yves Saint Laurent, con un modelo bonito, elegante y sobrio en la medida justa. Muy guapa.


Mo’Nique
, al igual que Gabourey Sidibe, escogió el azul eléctrico como color de la noche en una elección quizás demasiado estridente. A poca distancia de ella, entre Maggie Gyllenhaal y Vera Farmiga, Anna Kendrick deslumbró con uno de los looks definitivos de la noche. Parece que el viacrucis que tuvo que pasar a causa del vestuario -y que ella misma ha narrado- valió la pena. Su modelo un tanto victoriano está firmado por Elie Saab, y fue un diez.

Zoe Saldana tenía todas las de perder eligiendo un vestido tan raro y complicado, pero Givenchy no la defraudó. La espectacular falda en tonos malva degradados fue una de las notas de color y volumen más aplaudidas de la alfombra roja, y la verdad es que estaba excesiva pero muy guapa.
Elizabeth Banks, al igual que Demi Moore, eligió un Versace con una falda de gasas superpuestas. Sin embargo, acertó con el color. y no se puede negar que a esta chica todo le queda muy bien también. Esto no impide que censuremos un poco el look un tanto sirenita que, aunque correcto, es demasiado cursi y dulzón. Podríamos meterla también en el avión de Miley y Kristen rumbo a un shopping londinense con Carey.