Entusiasmo y papeletas preferenciales: la fórmula del Oscar

Llega el momento de conocer las nominaciones de los Oscar en un año dominado como nunca por una sola película, La red social. Pero, ¿quiero eso decir que los Oscar están escritos? En absoluto. Ni la historia de los premios, ni la forma de votar hace que la lista de candidatos sea perfectamente previsible.

Recordemos si no la victoria en 2004 de Crash sobre Brokeback Mountain, sin haber ganado antes ni un premio de primer nivel como mejor película del año o la nominación de Tommy Lee Jones como mejor actor en 2007 con En el valle de Elah, por mencionar sólo dos ejemplos.

Las razones para que unos años el camino aparezca más predefinido que otros son variopintas, pero desde mi punto de vista se pueden achacar al tipo de películas que compiten en cada ocasión. En las últimas ediciones ha habido grandes producciones como Avatar enfrentándose a cintas al gusto de la crítica como No es país para viejos o En tierra hostil.

Sólo Slumdog Millionaire consiguió vencer por la vía de la emoción (por más que yo, personalmente, la rechace apasionadamente, eso sí). Por esos mismos motivos el Oscar acabó en manos de Chicago, El paciente inglés, Forrest Gump, Bailando con lobos, Rain Man, Memorias de África, La fuerza del cariño, Gente corriente, Sonrisas y lágrimas… ¿Eran la mejor de su año? En muchos casos claramente no, pero fueron los largometrajes que se ganaron el corazón de los académicos.

Esto ocurre no sólo por razones sentimentales –el corazón tiene razones que la razón no entiende, ya se sabe-, sino también por el sistema de recuento de las votaciones tantas veces mencionado. Las llamadas papeletas preferenciales están hechas, precisamente, para favorecer que este tipo de película –o de interpretaciones, o de músicas, o de…- se aseguren la nominación y salten a disputar la victoria.

Eso ocurrió, recordemos, con The Reader (El lector), prácticamente descartada después de haber sido ignorada por todas las grandes organizaciones que fallan sus premios antes de que la Academia anuncie sus candidatos. Sin embargo, terminó no sólo nominada en los grandes apartados sino convirtiéndose en un dolor de cabeza para Slumdog Millionare.

A todo ello hay que añadir un matiz: el sistema de papeletas preferenciales que antes sólo se usaba para designar a los nominados, desde el año pasado también se aplica para elegir a la ganadora del premio a la mejor película. ¿Marcó este hecho la victoria de En tierra hostil sobre Avatar? Radicalmente sí.

Me caben pocas dudas de que un número significativo de votantes puso Avatar en primer puesto. Incluso puede que tuviera más votos en primer puesto que En tierra hostil. Sin embargo, es altamente probable que la película de James Cameron, tan discutida por tópica y dramáticamente pobre, tuviera muy pocos votos en segunda, tercera o cuarta posición y bastantes más en octava, novena o décima. En cambio, parece razonable suponer que En tierra hostil no levantara pasiones y su número de votos en el puesto 1 no fuera abrumador, pero respaldada por las buenas críticas y los muchos premios, a buen seguro cosechó bastantes números 2 y 3. Por tanto, la cinta de Kathryn Bigelow hubiera tenido más complicada la victoria por el tradicional sistema mayoritario, pero debió ser una elección bastante pacífica con este recuento corregido.

¿Cómo se va a traducir todo ello este año? Es pronto para saberlo. Algunos expertos aseguran que El discurso del rey tiene el potencial emocional del que carecen La red social, Cisne negro o Valor de ley. Sinceramente, creo que es una afirmación exagerada, por más que tenga algo de cierta. Habrá que esperar a conocer la lista de nominados para hacer una valoración precisa más que una simple especulación.

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