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EMMY 2012: Mejor dirección en miniserie o telefilme

Si hay una única razón por la que las miniseries británicas entran siempre en estas categorías de los Emmy con tanta fuerza, es la más sencilla de ellas: porque son de altísima calidad. En este caso, acompañan a los productos estadounidenses (muy variados y desiguales en esta ocasión) dos series policiacas: la oscura Luther y la magistral Sherlock. Y es esta última la que arriesga más desde el punto de vista de la dirección y la que sin duda hace sombra a todas las demás.

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Jay Roach por Game Change

Jay Roach, ganador de dos Emmy (en 2008, los dos por la realización de El recuento) y director de comedias como Los padres de él, Los padres de ella y los tres títulos de Austin Powers, parece estar especializándose en cine político, y más concretamente en el centrado en las elecciones presidenciales estadounidenses. En este caso, el centro de Game change es Sarah Palin y su fugaz paso por la política de altos vuelos, y fiel a la tradición anglosajona del cine político (y también al buen periodismo), Roach intenta acercarse a los hechos del modo más neutral posible, intentando ser justo con todos los personajes retratados a pesar de las diferencias políticas y evitando a toda costa la caricaturización. Y quizá ese intento de humanizar a los personajes, de darles una dimensión humana a esas personas que durante un tiempo sólo fueron fotografías en las portadas de los periódicos o cabezas parlantes en mítines políticos es lo más interesante del trabajo de Roach. La presentación de los hechos como una sucesión de decisiones equivocadas por parte de seres a los que probablemente todo les viene demasiado grande es la crítica más demoledora que se puede hacer sin necesidad de posicionarse, y el hecho de que estemos en época de elecciones puede hacer que sea el candidato que finalmente se lleve el premio a casa.

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Kevin Reynolds por Hatfields & McCoys

Probablemente haya que agradecerle a Reynolds haber optado por el naturalismo en su dirección de esta miniserie sobre venganzas y odios entre familias en los EEUU inmediatamente posteriores a la Guerra de Secesión, aunque su labor como director se antoja excesivamente deudora de series como Deadwood o de películas como Sin perdón (salvando la distancia, que es mucha). Quizá el mayor lastre de la miniserie y por tanto del trabajo de Reynolds es su excesiva duración: los hechos narrados no dan para tres películas de 90 minutos cada una, por lo que la atención al detalle preciso (que tan apreciada sería en otros casos) y la prolongación de los enfrentamientos y los tiroteos, convirtiéndolos en algo tedioso y sin el vigor necesario. Y eso no es un punto a favor de Reynolds en esta su primera nominación en los Emmy.

20120816 EmmyDirHemingway

Philip Kaufman por Hemingway & Gellhorn

Guionista de Indiana Jones y nominado a los Oscar por el guión de La insoportable levedad del ser, Kaufman tiene como mundo favorito para la creación el de los escritores y las figuras literarias, como la mencionada, basada en la novela de Milan Kundera, Henry & June, basada en los diarios de la escritora Anaïs Nin y con Henry Miller como figura central, o Quills, centrada en la figura del Marqués de Sade. A su primera nominación a los Emmy, Kaufman llega con un telefilme basado en un tótem de la narrativa estadounidense como es Hemingway y en sus relaciones con la reportera Martha Gellhorn, pero por desgracia carece de dos de los rasgos principales que hacían de las películas mencionadas obras muy apreciables: no son épicas ni íntimas, a pesar de tener todos los ingredientes para serlo. Ni el guión ni la dirección hacen lo suficiente por resaltar el interés ni por arrojar luz sobre la figura de Hemingway y los tiempos que vivió, a pesar de recorrernos medio mundo detrás de él y su amante, ni tampoco que nos preocupemos lo más mínimo por su relación amorosa; ambas se pierden sin más en más de dos aburridas horas de tópicos sobre el autor de Por quién doblan las campanas, el honor y las cuitas del escritor que ni siquiera se salvan gracias a la indudable eficacia de sus dos protagonistas.

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Sam Miller por Luther

Este director escocés, de amplia experiencia en series de televisión, llega a los Emmy con su primera nominación por los cuatro episodios de la segunda miniserie centrada en el atormentado pero más que eficaz detective John Luther. Y quizá John Luther (Idris Elba) sea el mayor logro de su trabajo. Pasada la brillante primera temporada, mucho más profunda en el estudio de personajes, de tramas y subtramas más elaboradas y casi convertida en un procedimental al uso, Miller parece plenamente consciente de que el mejor valor de la serie es su personaje central (y el actor que lo encarna), tanto porque el dibujo del personaje sigue presentándolo como una figura siempre al borde del abismo, un abismo que él comprende y que es el que le ayuda a resolver los casos, pero que también lo atrapa y le obliga a flirtear con él, como porque en manos de otro actor probablemente no habría tenido continuidad más allá de un piloto. Así que Miller se deja llevar y seducir por el magnetismo de Luther, capta todos los matices de una interpretación sobria y le deja hacer, sin distraer al espectador con planos innecesarios y movimientos sin sentido, una dirección casi minimalista al servicio completo de un personaje.

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Paul McGuigan por Sherlock

McGuigan, director de la apreciable El caso Slevin, es el encargado de dar vida los maravillosos guiones de Steven Moffatt para dos de los capítulos de la segunda temporada de Sherlock, aunque esté nominado por el primero, «A Scandal in Belgravia». Y al igual que los guiones, en los que en este primer capítulo tienen más presencia que en la primera temporada los momentos humorísticos o decididamente cómicos, nos encontramos con una dirección que no sólo es fiel al guión, sino que es igual de inventiva: los procesos mentales de Sherlock se representan gráficamente mediante textos escritos en pantalla fotografía a cámara lenta o planos congelados; los encuentros entre Holmes y Adler exudan peligrosidad y sensualidad, aunque entre ellos haya sólo retos intelectuales (por otra parte, lo único que creeríamos posible que pudiese excitar al famoso detective); la presentación de los casos que rechaza es juguetona, y lo es más aún la forma en que tienen relación con el caso que presenta el capítulo, un complejo panorama que va desentrañándose ante nuestros ojos con suavidad e inteligencia. Y con justicia sería el mejor ganador de este premio.

Ganará: Jay Roach por Game Change
Debería ganar: Paul McGuigan por Sherlock