Goyatlón 2014: Mejor película

El domingo tendremos la respuesta: ¿será La herida la nueva La soledad? ¿Logrará Caníbal zafarse por fin del duro placaje al que le tiene sometido desde San Sebastián? ¿O preferirán los académicos una comedia emotiva como Vivir es fácil con los ojos cerrados o tal vez una de corte más clásico como La gran familia española? O, a más a más, ¿insistirán en quedarse con su fallida apuesta para los Oscar, 15 años y un día?

15 años y un día

15 años y un día es, a priori, una de las cinco candidatas con menos posibilidades de llevarse el Goya en una categoría con fuerte rivales en las que destacan La herida y Caníbal. Historias crudas, también, pero contadas de otro modo. El de Gracia Querejeta –nominada en cinco ediciones y ganado la primera como mejor documental por El viaje del agua– es el relato de un adolescente rebelde con toda la vida por delante y un anciano soldado en el ocaso de sus días. Nieto y abuelo. Una historia sobre la familia con sus tópicos en la que destacan sobre el resto el estricto Max (Tito Valverde) y la laxa Margo (Maribel Verdú). Ganadora de la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y, sobre todo, elegida por la Academia española para competir por los Oscar –aunque luego eliminada en Hollywood en el primer corte–, está claro que la cinta cuenta con el cariño de los votantes –y más en el año del fallecimiento del padre de la realizadora, el productor Elías Querejeta–, pero a todas luces es la cinta menos estimulante de las cinco candidatas. M.J. Arias

Caníbal

Caníbal salió averiada. Antes de su estreno comercial compitió en el Festival de San Sebastián, al que llegó con el cartel de favorita y del que salió totalmente ignorada. Una semana más tarde su estreno comercial en salas fue, reconozcámoslo, un fracaso. Pero lo cierto es que la película Manuel Martín Cuenca hubiera merecido mejor suerte. No es, evidentemente, una cinta para el gran público, pero sí una ejercicio cinematográfico de gran interés para un público versado. La desesperante contención emocional y narrativa –un todo en uno inseparable– de la cinta hacen de ella una película singular y, para quienes acepten la propuesta del director, fascinante. Y es ahí donde se la juega en los Goya: ¿Cuántos votantes compran la arquitectura herreriana de Caníbal? Si fueran los suficientes, la película es la ganadora ideal: cine de autor producido sin reparar en costes, con un reparto corto pero exquisito y varias secuencias que se graban en la retina. Pero a Caníbal se le viene cruzan una y otra vez La herida: la cinta de Fernando Franco le robó su papel en el palmarés de Donosti, en la taquilla y sólo falta por saber si también en los Goya. Fernando de Luis-Orueta

La gran familia española

Una de las claves para que una comedia funcione es que los espectadores encuentren en los personajes y situaciones asideros a los que poder agarrarse, puntos en común que le sirvan de base para establecer algún tipo de relación con la película y lo que cuenta. Y una de las funciones del arte es contar a la sociedad lo que es en ese momento concreto de la historia. Por el título se diría que esa es una de las aspiraciones de Sánchez Arévalo con La gran familia española, pero al verla nos encontramos que no. Una serie de personajes que no superan la barrera del tópico en la descripción –el tarado como el único que ve la verdad, el separado desubicado, el médico que se pira a África para no afrontar la realidad, el segundón que siempre quiso ser el mayor y el pequeño caprichoso y consentido al que dejan salirse con la suya– bajo la cabeza del padre abandonado y depresivo. Todos ellos unidos por un cariño muy grande que todos manifiestan repetidamente pero que no les impide desvalijar y destrozar la casa del padre ante el miedo de perder la herencia. Y todo eso sin hablar de las mujeres, que no responden a un tópico actual, sino a uno de hace cincuenta años, cuando tenían hijos con 18 años o en lugar se casarse por amor se iban con la opción segura. De nada sirve el trabajo y el esfuerzo (abunda en la idea de que la selección ganó el Mundial de Sudáfrica de chiripa), seguimos siendo así, sin remedio, y la esperanza es tener la suerte de que las cosas cambien. Gracias a líneas de pensamiento como ésta y a películas que se regodeen en ellas nunca dejaremos de ser un país de pandereta, sin capacidad para reflexionar sobre quiénes somos. Claro, para cuando llega la gran revelación de ese secreto que nos va a llevar a comprender a esta familia (otra vez, la mujer que se sacrifica por un hombre y por satisfacer sus deseos), su destino y sus emociones nos importan un carajo y lo que queremos es que se callen porque, eso sí, todos hablan mucho. María Pérez

La herida

Mientras recogía el Feroz a la mejor actriz, Marian Álvarez lanzaba un mensaje alto y claro: La herida no es solamente una gran protagonista. Tiene razón, la ópera prima de Fernando Franco es una cinta valiente y real. Un largo en el que podemos asistir, casi como si de un documental de tratase, a la vida de una mujer con trastorno límite de personalidad sin diagnosticar. Franco maneja la cámara con pulso firme, consciente de que a pesar de ser su primera película, no le falta experiencia que valide su trabajo. Pero también hay mucho de verdad en aquello de que La Herida, sin esa soberbia interpretación protagonista, tendría más a la vista sus principales defectos. A medida que la cinta se enfrenta de cara y sin tapujos a las experiencias vividas por Ana, su protagonista, se aleja de conectar con el espectador. Hasta el punto de limitarse, en algún momento, a entregar escenas verdaderamente impactantes que se quedan a medio camino a la hora de contar algo más, de entregarle al espectador una historia que también pueda llevarse a casa. Si al ejercicio visual y de exposición tan valiente que ejerce Fernando Franco le acompañara un trabajo narrativo a la altura, no tendría rival. Sin embargo, tendrá que tener cuidado, sobre todo, con la belleza de la cinta de David Trueba. Rubén Miguélez

Vivir es fácil con los ojos cerrados

La carrera de Vivir es fácil con los ojos cerrados ha sido menos satisfactoria de lo que cabría esperar para una película optimista, honesta, positiva y tierna como esta. Demos gracias pues a la carrera de premios que ha reaccionado como cabría esperar y ha dado la relevancia que se merece el nuevo trabajo de David Trueba, la de una de las películas más importantes del año, que maneja unos códigos que el cine español había descuidado y que en definitiva cuenta una historia universal de manera sencilla y efectiva con una delicadeza y una elegancia exquisitas. En un año sin claros favoritos, sería muy emocionante que una película como esta con sus circunstancias particulares se alzara como ganadora. El domingo saldremos de dudas. Pablo López

Ganará: La herida
Debería ganar: Vivir es fácil con los ojos cerrados